Tiempos difíciles

1
No pierdas esto de vista: cuando se acerque el fin llegarán momentos difíciles.
2
Los que vivan entonces se volverán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, calumniadores, rebeldes a sus padres, desagradecidos, sacrílegos.
3
Serán duros de corazón, desleales, difamadores, disolutos, inhumanos, malévolos,
4
traidores, temerarios y engreídos;
buscarán su propio placer en lugar de buscar a Dios
5
y querrán aparentar una vida piadosa cuya autenticidad quedará desmentida por su conducta.
¡Apártate de esa clase de gente!
6
A ella pertenecen los que se cuelan de rondón en las casas y sorben el seso de mujeres incautas cargadas de pecados y agitadas por toda suerte de pasiones;
7
mujeres que andan siempre curioseando, pero son absolutamente incapaces de dar con la verdad.
8
De la misma manera que Janés y Jambrés se enfrentaron a Moisés, estos de ahora se enfrentan a la verdad.
Son personas de mente pervertida, sin garantía alguna en lo que atañe a la fe.
9
Pero no podrán ir muy lejos porque todos se darán cuenta de su insensatez, como sucedió con Janés y Jambrés.


III.— NUEVA INVITACIÓN A LA FIDELIDAD, CON PABLO COMO EJEMPLO (3,10—4,8)
Invitación a la fidelidad


10
Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi estilo de vida y mis proyectos.
Has imitado mi fe, mi mansedumbre, mi amor y mi paciencia.
11
Me has acompañado en las persecuciones y sufrimientos, como los que padecí en Antioquía, Iconio y Listra.
¡Cuántas persecuciones tuve que soportar! Pero de todas me libró el Señor.
12
Por lo demás, todos los que aspiren a llevar una vida cristiana auténticamente piadosa, sufrirán persecución.
13
En cuanto a los perversos y embaucadores, irán de mal en peor, engañando a los demás, pero siendo ellos los engañados.
14
Por tu parte, permanece fiel a lo que aprendiste y aceptaste.
Sabes quiénes fueron tus maestros,
15
y que desde la cuna te han sido familiares las sagradas Escrituras como fuente de sabiduría en orden a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
16
Toda Escritura está inspirada por Dios y es provechosa para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la rectitud,
17
a fin de que el creyente esté perfectamente equipado para hacer toda clase de bien.