- Pablo irrumpe en escena (9,1-31)
Encuentro de Pablo con Jesús
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- Entre tanto, Saulo, que seguía respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote
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- y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco.
Su intención era conducir presos a Jerusalén a cuantos seguidores del nuevo camino del Señor encontrara, tanto hombres como mujeres.
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- Se hallaba en ruta hacia Damasco, a punto ya de llegar, cuando de pronto un resplandor celestial lo deslumbró.
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- Cayó a tierra y oyó una voz que decía:
— Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
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- — ¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo—.
— Soy Jesús, a quien tú persigues —respondió la voz—.
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- Anda, levántate y entra en la ciudad.
Allí recibirás instrucciones sobre lo que debes hacer.
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- Sus compañeros de viaje se habían quedado mudos de estupor.
Oían la voz, pero no veían a nadie.
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- Saulo se levantó del suelo y, cuando abrió los ojos, no podía ver.
Así que lo llevaron de la mano a Damasco,
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- donde pasó tres días privado de la vista, sin comer y sin beber.
Saulo y Ananías
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- Residía en Damasco un discípulo llamado Ananías.
En una visión oyó que el Señor lo llamaba: — ¡Ananías! — Aquí estoy, Señor —respondió—.
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- El Señor le dijo:
— Vete rápidamente a casa de Judas, en la calle Recta, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Ahora está orando
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- y acaba de tener una visión en la que un hombre llamado Ananías entra en su casa y le toca los ojos con las manos para que recobre la vista.
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- — Señor —contestó Ananías—, muchas personas me han hablado acerca de ese hombre y del daño que ha causado a tus fieles en Jerusalén.
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- Y aquí mismo tiene plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para prender a todos los que te invocan.
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- — Tú vete —replicó el Señor—, porque he sido yo quien ha elegido a ese hombre como instrumento para que anuncie mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes y al pueblo de Israel.
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- Yo mismo le mostraré lo que habrá de sufrir por mi causa.
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- Ananías partió inmediatamente y tan pronto como entró en la casa, tocó con sus manos los ojos de Saulo y le dijo:
— Hermano Saulo, Jesús, el Señor, el mismo que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.
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- De repente cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista.
A continuación fue bautizado,
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- tomó alimento y recobró fuerzas.
Saulo proclama el mensaje en Damasco
- Saulo se quedó algún tiempo con los discípulos que residían en Damasco,
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- y bien pronto empezó a proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.
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- Todos los que lo oían comentaban llenos de asombro:
— ¿No es este el que en Jerusalén perseguía con saña a los creyentes? ¿Y no ha venido aquí expresamente para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?
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- Pero Saulo se crecía más y más y, con argumentos irrefutables, demostraba a los judíos de Damasco que Jesús era el Mesías.
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- Algún tiempo después, los judíos se propusieron matar a Saulo.
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- Pero alguien lo puso al corriente de tales propósitos y, aunque los judíos vigilaban día y noche las puertas de la ciudad con intención de asesinarlo,
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- los discípulos de Saulo lo descolgaron una noche por la muralla, metido dentro de un cesto.
Saulo en Jerusalén
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- Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse al grupo de los discípulos;
pero todos lo miraban con recelo, pues no acababan de creer que fuera uno de ellos.
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- Entonces, Bernabé lo tomó consigo y lo presentó a los apóstoles.
Les contó cómo Saulo había visto al Señor en su viaje hacia Damasco, de qué manera le había hablado el Señor y con qué valentía había hablado en Damasco acerca de Jesús.
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- A partir de entonces, Saulo se movía libremente por Jerusalén en compañía de los apóstoles, y hablaba sin miedo acerca del Señor.
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- Pero pronto entró en polémica con los judíos de lengua griega, que comenzaron a tramar planes para matarlo.
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- Al enterarse, los hermanos lo escoltaron hasta Cesarea y después lo encaminaron a Tarso.
Sumario
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- La Iglesia gozó de un período de paz en toda Judea, Galilea y Samaría.
Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.
Actividad misionera de Pedro (9,32—12,25) Pedro sana a Eneas
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- Pedro, que recorría incansable todos los lugares, fue también a visitar a los fieles de Lida.
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- Allí encontró a un hombre llamado Eneas, a quien la parálisis tenía postrado en cama desde hacía ocho años.
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- Pedro le dijo:
— Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama. Eneas se levantó inmediatamente.
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- Y cuando los habitantes de Lida y de toda la llanura de Sarón lo vieron sano, se convirtieron al Señor.
Resurrección de Tabita
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- Había en Jope una mujer creyente llamada Tabita, nombre que significa “Gacela”.
Se dedicaba por entero a hacer buenas obras y a socorrer a los necesitados.
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- Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió.
Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba.
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- Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego:
— Ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo.
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- Pedro partió con ellos en seguida.
Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas.
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- Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar.
Se acercó después al cadáver y dijo: — ¡Tabita, levántate! Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho.
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- Él la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie;
llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida.
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- La noticia corrió por toda Jope, y fueron muchos los que creyeron en el Señor.
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- Pedro se quedó una temporada en Jope, en casa de un tal Simón, que era curtidor.
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