- José en casa de Potifar
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- Los ismaelitas llevaron a José a Egipto y allí lo vendieron a un egipcio llamado Potifar, hombre de confianza del faraón y jefe de la guardia real.
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- El Señor estaba con José, así que todo lo que emprendía prosperaba.
José fue llevado a casa de su amo egipcio,
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- y mientras estuvo allí, su amo se dio cuenta de que el Señor estaba con José, pues todo cuanto emprendía prosperaba.
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- Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, el cual lo hizo su hombre de confianza y le confió la administración de su casa y de todos sus bienes.
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- A partir del momento en que le confió el cuidado de su casa y sus bienes, el Señor bendijo la casa del egipcio a causa de José.
La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que poseía el egipcio, tanto en la casa como en el campo.
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- Así que Potifar dejó todo cuanto tenía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que de comer cada día.
José y la mujer de Potifar
- José era apuesto y atractivo.
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- Al cabo de algún tiempo la mujer de su amo se fijó en José y un día le propuso:
— Acuéstate conmigo.
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- Pero José rehusó diciendo a la mujer de su amo:
— Mira, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que posee y cuenta conmigo hasta el punto de no preocuparse de nada;
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- en esta casa mando tanto como él;
tú eres lo único que me está prohibido, por ser su mujer. ¿Cómo voy a cometer yo tal infamia y pecar contra Dios?
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- Y, por más que ella insistía día tras día, José rechazaba su invitación a cortejarla y a acostarse con ella.
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- Pero un día, José entró en la casa para despachar sus asuntos sin que ninguno de los criados se encontrara en ella;
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- entonces la mujer de Potifar lo agarró por el manto y le rogó:
— Acuéstate conmigo. Pero José, dejando el manto en manos de la mujer, salió huyendo de la casa.
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- Cuando la mujer vio que José se había dejado el manto en sus manos al salir huyendo,
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- llamó a sus criados y les dijo:
— Mirad, mi marido nos trajo un hebreo para que se aproveche de nosotros; ha entrado en mi habitación con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas;
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- y cuando oyó que gritaba con todas mis fuerzas, salió corriendo y abandonó su manto a mi lado.
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- Ella guardó el manto de José hasta que regresó su marido a casa.
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- Entonces repitió la misma historia a su marido:
— El hebreo que trajiste quiso abusar de mí,
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- pero al oír que yo gritaba con todas mis fuerzas, salió corriendo, abandonando su manto junto a mí.
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- Cuando el marido oyó de labios de su mujer cómo la había tratado su siervo, montó en cólera;
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- acto seguido mandó apresar a José y lo metió en la cárcel, donde estaban recluidos los presos del rey.
De este modo José fue a parar a la cárcel.
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- Pero el Señor seguía estando con él y no dejó de mostrarle su favor.
Hizo que se ganara la simpatía del jefe de la cárcel,
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- y este lo puso a cargo de todos los presos y de todo lo que allí se hacía.
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- El jefe de la cárcel no tenía que preocuparse por nada de lo que estaba a cargo de José, pues el Señor estaba con él, y cuanto José emprendía, el Señor lo hacía prosperar.
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