- Atentos al mensaje
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- Es preciso, por tanto, que tomemos en serio el mensaje recibido, si no queremos navegar a la deriva.
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- Porque si la palabra pronunciada por ángeles tuvo plena validez, y cuantos la desobedecieron y conculcaron recibieron el merecido castigo,
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- ¿cómo podremos salir nosotros bien parados si desdeñamos una salvación tan valiosa como esta? Me refiero a la salvación que comenzó siendo anunciada por el Señor, que nos confirmaron quienes la escucharon
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- y de la que Dios mismo ha dado testimonio valiéndose de milagros, prodigios y toda suerte de maravillas, además de los dones del Espíritu Santo que ha repartido según su voluntad.
Glorificación de Jesucristo
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- El mundo de que hablamos es el mundo futuro y no lo ha puesto Dios bajo el dominio de los ángeles.
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- De ello da fe alguien en un lugar de la Escritura:
¿Qué es el ser humano para que te acuerdes de él? ¿Qué el simple mortal para que te preocupes por él?
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- Apenas inferior a los ángeles lo hiciste;
de gloria y de honor lo coronaste;
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- todo lo sometiste a su poder.
Y si todo le ha sido sometido, nada queda fuera de su dominio. Es cierto que al presente no vemos que todo le esté sometido;
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- pero sí vemos que Jesús, a quien Dios hizo un poco inferior a los ángeles, ha sido coronado de gloria y honor por haber sufrido la muerte.
De esta manera, debido a la bondad de Dios, experimentó la muerte en favor de todos.
Solidario con los hermanos
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- Convenía, en efecto, que Dios, que es origen y fin de todas las cosas y que quiere conducir a una multitud de hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio del sufrimiento a quien tenía que encabezar la salvación de los demás.
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- Y es que santificador y santificados proceden de uno mismo.
Por esta razón el santificador no tiene a menos llamarlos hermanos,
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- cuando dice:
Anunciaré tu nombre a tus hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.
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- Y en otro lugar:
Yo pondré en él mi confianza. Y también: Aquí estoy yo con los hijos que Dios me ha dado.
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- Y lo mismo que los hijos comparten una misma carne y sangre, también Jesús las compartió para poder así, con su muerte, reducir a la impotencia al que tiene poder para matar, es decir, al diablo,
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- y liberar a quienes el miedo a la muerte ha mantenido de por vida bajo el yugo de la esclavitud.
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- Porque no es a los ángeles, sino a la descendencia de Abrahán a quien vino a tender una mano.
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- Por eso tenía que ser en todo semejante a los hermanos, ya que de otra manera no podría ser un sacerdote compasivo y fiel en las cosas que se refieren a Dios, ni podría obtener el perdón de los pecados del pueblo.
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- Precisamente porque él mismo fue puesto a prueba y soportó el sufrimiento, puede ahora ayudar a quienes están siendo probados.
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