II.— CUESTIONES CONCRETAS DE VIDA CRISTIANA (3,1—4,10)
El poder de la lengua


1
Hermanos míos, no ambicionéis todos llegar a ser maestros;
debéis saber que nosotros, los maestros, seremos juzgados con mayor severidad.
2
Todos, en efecto, pecamos con frecuencia.
Ahora bien, quien no sufre ningún desliz al hablar, es persona cabal, capaz de mantener a raya todo su cuerpo.
3
Y si no, ved cómo conseguimos que nos obedezcan los caballos: poniéndoles un freno en la boca, somos capaces de dirigir todo su cuerpo.
4
Lo mismo los barcos: incluso los más grandes y en momentos de recio temporal, son gobernados a voluntad del piloto por un timón muy pequeño.
5
Así es la lengua: un miembro pequeño, pero de insospechable potencia.
¿No veis también cómo una chispa insignificante es capaz de incendiar un bosque inmenso?
6
Pues bien, la lengua es fuego con una fuerza inmensa para el mal: instalada en medio de nuestros miembros, puede contaminar a la persona entera y, atizada por los poderes del infierno, es capaz de arrasar el curso entero de la existencia.
7
El ser humano ha domado y sigue domando toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos.
8
Sin embargo, es incapaz de domeñar su lengua, que es incontrolable, dañina y está repleta de veneno mortal.
9
Con ella bendecimos a nuestro Padre y Señor, y con ella maldecimos a los seres humanos a quienes Dios creó a su propia imagen.
10
De la misma boca salen bendición y maldición.
Pero esto no puede ser así, hermanos míos.
11
¿Acaso en la fuente sale agua dulce y salobre por el mismo caño?
12
Hermanos míos, ¿puede la higuera dar aceitunas o higos la vid? Pues tampoco lo que es salado puede producir agua dulce.


Verdadera y falsa sabiduría

13
Si entre vosotros alguien se precia de sabio o inteligente, demuestre con su buena conducta su amabilidad y su sabiduría.
14
Pero si tenéis el corazón lleno de envidia y de ambición, ¿para qué presumir de sabiduría y andar falseando la verdad?
15
Semejante sabiduría no viene de lo alto, sino que es terrena, carnal, diabólica.
16
Y es que donde hay envidia y ambición, allí reina el desenfreno y la maldad sin límites.
17
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es ante todo pura, pero también pacífica, indulgente, conciliadora, compasiva, fecunda, imparcial y sincera.
18
Resumiendo: los artífices de la paz siembran en paz, para obtener el fruto de una vida recta.