- Introducción (1,1-51)
Prólogo teológico
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- 1318 En el principio ya existía la Palabra;
y la Palabra estaba junto a Dios y era Dios.
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- Ya en el principio estaba junto a Dios.
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- Todo fue hecho por medio de ella
y nada se hizo sin contar con ella. Cuanto fue hecho
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- era ya vida en ella,
y esa vida era luz para la humanidad;
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- luz que resplandece en las tinieblas
y que las tinieblas no han podido sofocar.
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- Vino un hombre llamado Juan, enviado por Dios.
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- Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él.
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- No era él la luz, sino testigo de la luz.
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- La verdadera luz, la que ilumina a toda la humanidad, estaba llegando al mundo.
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- En el mundo estaba [la Palabra]
y, aunque el mundo fue hecho por medio de ella, el mundo no la reconoció.
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- Vino a los suyos
y los suyos no la recibieron;
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- pero a cuantos la recibieron y creyeron en ella,
les concedió el llegar a ser hijos de Dios.
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- Estos son los que nacen no por generación natural,
por impulso pasional o porque el ser humano lo desee, sino que tienen por Padre a Dios.
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- Y la Palabra se encarnó
y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
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- Juan dio testimonio de él proclamando: “Este es aquel de quien yo dije: el que viene después de mí es superior a mí porque existía antes que yo”.
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- En efecto, de su plenitud
todos hemos recibido bendición tras bendición.
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- Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo.
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- A Dios nadie lo vio jamás;
el Hijo único, que es Dios y vive en íntima unión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
Testimonio de Juan el Bautista
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- Los judíos de Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era él.
Y este fue su testimonio,
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- un testimonio tajante y sin reservas:
— Yo no soy el Mesías.
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- Ellos le preguntaron:
— Entonces, ¿qué? ¿Eres acaso Elías? Juan respondió: — Tampoco soy Elías. — ¿Eres, entonces, el profeta que esperamos? Contestó: — No.
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- Ellos le insistieron:
— Pues, ¿quién eres? Debemos dar una respuesta a los que nos han enviado. Dinos algo sobre ti.
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- Juan, aplicándose las palabras del profeta Isaías, contestó:
— Yo soy la voz del que proclama en el desierto: “¡ Allanad el camino del Señor!”.
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- Los miembros de la comisión, que eran fariseos,
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- lo interpelaron diciendo:
— Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta esperado, ¿qué títulos tienes para bautizar?
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- Juan les respondió:
— Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros hay uno a quien no conocéis;
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- uno que viene después de mí, aunque yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de su calzado.
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- Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Jesús, Cordero de Dios
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- Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo:
— Ahí tenéis al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
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- A él me refería yo cuando dije: “Después de mí viene uno que es superior a mí, porque él ya existía antes que yo”.
- 31
- Ni yo mismo sabía quién era, pero Dios me encomendó bautizar con agua precisamente para que él tenga ocasión de darse a conocer a Israel.
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- Y Juan prosiguió su testimonio diciendo:
— He visto que el Espíritu bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él.
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- Ni yo mismo sabía quién era, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y permanece sobre él, ese es quien ha de bautizar con Espíritu Santo”.
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- Y, puesto que yo lo he visto, testifico que este es el Hijo de Dios.
Los primeros discípulos
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- Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos
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- y, al ver a Jesús que pasaba por allí, dijo:
— Ahí tenéis al Cordero de Dios.
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- Los dos discípulos, que se lo oyeron decir, fueron en pos de Jesús,
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- quien al ver que lo seguían, les preguntó:
— ¿Qué buscáis? Ellos contestaron: — Rabí (que significa “Maestro”), ¿dónde vives? Él les respondió:
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- — Venid a verlo.
Se fueron, pues, con él, vieron dónde vivía y pasaron con él el resto de aquel día. Eran como las cuatro de la tarde.
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- Uno de los dos que habían escuchado a Juan y habían seguido a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
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- Lo primero que hizo Andrés fue ir en busca de su hermano Simón para decirle:
— Hemos hallado al Mesías (palabra que quiere decir “Cristo”).
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- Y se lo presentó a Jesús, quien, fijando en él la mirada, le dijo:
— Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas (es decir, Pedro).
Felipe y Natanael
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- Al día siguiente, Jesús decidió partir para Galilea.
Encontró a Felipe y le dijo: — Sígueme.
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- Felipe, que era de Betsaida, el pueblo de Andrés y Pedro,
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- se encontró con Natanael y le dijo:
— Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en el Libro de la Ley y del que hablaron también los profetas: Jesús, hijo de José y natural de Nazaret.
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- Natanael exclamó:
¿Es que puede salir algo bueno de Nazaret? Felipe le contestó: — Ven y verás.
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- Al ver Jesús que Natanael venía a su encuentro, comentó:
— Ahí tenéis a un verdadero israelita en quien no cabe falsedad.
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- Natanael le preguntó:
— ¿De qué me conoces? Jesús respondió: — Antes que Felipe te llamara, ya te había visto yo cuando estabas debajo de la higuera.
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- Natanael exclamó:
— Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.
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- Jesús le dijo:
— ¿Te basta para creer el haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Cosas mucho más grandes has de ver!
- 51
- Y añadió:
— Os aseguro que veréis cómo se abren los cielos y los ángeles de Dios suben y bajan sobre el Hijo del hombre.
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