- Jesús condenado a muerte (Mt 27,30-31; Mc 15,12-20; Lc 23,20-25)
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- Así pues, Pilato se hizo cargo del asunto y mandó que azotaran a Jesús.
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- Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza.
Le echaron también sobre los hombros un manto de púrpura
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- y, acercándose a él, decían:
— ¡Viva el rey de los judíos! Y le daban bofetadas.
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- Salió de nuevo Pilato y les dijo:
— Mirad, os lo voy a presentar para dejar claro que no encuentro delito alguno en él.
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- Salió, pues, Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura.
Pilato les dijo: — ¡Este es el hombre!
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- Al ver a Jesús, los jefes de los sacerdotes y sus esbirros comenzaron a gritar:
— ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilato insistió: — Tomadlo vosotros y crucificadlo; yo no encuentro delito alguno en él.
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- Los judíos replicaron:
— Nosotros tenemos una ley, y según ella debe morir, porque ha querido hacerse pasar por Hijo de Dios.
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- Al oír esto, Pilato sintió aún más temor.
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- Entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:
— ¿De dónde eres tú? Jesús ni siquiera le contestó.
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- Pilato le dijo:
— ¿Cómo? ¿Te niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que tengo autoridad tanto para dejarte en libertad como para hacerte crucificar?
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- Jesús le respondió:
— No tendrías autoridad alguna sobre mí si Dios no te la hubiera concedido; por eso, el que me ha entregado a ti es mucho más culpable que tú.
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- Desde ese momento, Pilato intentaba por todos los medios poner a Jesús en libertad.
Pero los judíos le gritaban: — Si lo pones en libertad, no eres amigo del emperador. El que pretende ser rey se enfrenta al emperador.
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- Al oír esto, Pilato mandó sacar fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar conocido con el nombre de “Enlosado”, que en la lengua de los judíos se llama “Gábata”.
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- Era el día de preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Pilato dijo a los judíos: — ¡Aquí tenéis a vuestro rey!
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- Pero ellos comenzaron a gritar:
— ¡Quítalo de en medio! ¡Crucifícalo! Pilato insistió: — ¿Cómo voy a crucificar a vuestro rey? Pero los jefes de los sacerdotes replicaron: — Nuestro único rey es el emperador romano.
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- Así que, al fin, Pilato se lo entregó para que lo crucificaran.
Crucifixión de Jesús (Mt 27,32-44; Mc 15,21-32; Lc 23,26-43)
- Tomaron, pues, a Jesús
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- que, cargando con su propia cruz, se encaminó hacia el llamado “lugar de la Calavera” (que en la lengua de los judíos se conoce como “Gólgota”).
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- Allí lo crucificaron, y con él crucificaron también a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio.
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- Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero con esta inscripción: “Jesús de Nazaret, el rey de los judíos.”
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- La inscripción fue leída por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús había sido crucificado estaba cerca de la ciudad.
Además, el texto estaba escrito en hebreo, latín y griego.
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- Así que los jefes de los sacerdotes se presentaron a Pilato y le dijeron:
— No pongas: “El rey de los judíos” sino: “Este hombre dijo: Yo soy el rey de los judíos”.
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- Pero Pilato les contestó:
— Que quede escrito lo que yo mandé escribir.
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- Los soldados, una vez que terminaron de crucificar a Jesús, tomaron sus ropas e hicieron con ellas cuatro lotes, uno para cada soldado.
Se quedaron también con la túnica, pero como era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba a abajo,
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- llegaron a este acuerdo:
— No debemos partirla; lo que procede es sortearla para ver a quién le toca. Así se cumplió el pasaje de la Escritura que dice: Dividieron entre ellos mis ropas y echaron a suertes mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.
La madre de Jesús y el discípulo amado
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- Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la mujer de Cleofás, que era hermana de su madre, y María Magdalena.
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- Jesús, al ver a su madre y, junto a ella, al discípulo a quien tanto quería, dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo.
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- Después dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la acogió en su casa.
Muerte de Jesús (Mt 27,48-50; Mc 15, 36-37; Lc 23,46)
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- Después de esto, plenamente consciente de que todo había llegado a su fin, para que se cumpliese la Escritura, Jesús exclamó:
— Tengo sed.
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- Empaparon una esponja en vinagre, la colocaron en la punta de una caña de hisopo y se la acercaron a la boca.
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- Jesús probó el vinagre y dijo:
— Todo está cumplido. Inclinó, entonces, la cabeza y expiró.
La lanzada en el costado
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- Era el día de preparación y los judíos no querían que los cuerpos de los ajusticiados quedaran en la cruz aquel sábado, porque en él se celebraba una fiesta muy solemne.
Por eso, pidieron a Pilato que ordenase quebrar las piernas de los crucificados y retirarlos de allí.
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- Fueron los soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús.
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- Pero cuando se acercaron a Jesús, al comprobar que ya había muerto, no le quebraron las piernas,
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- sino que uno de los soldados le abrió el costado de una lanzada, y al punto brotó de él sangre y agua.
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- El que lo vio da testimonio de ello y su testimonio es verdadero y está seguro de que habla con verdad para que también vosotros creáis.
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- Porque todo esto ocurrió para que se cumpliese la Escritura que dice: No le quebrarán ningún hueso.
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- Y también la otra Escritura que dice: Mirarán al que traspasaron.
Sepultura de Jesús (Mt 27,57-61; Mc 15,42-47; Lc 23,50-56)
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- Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos, solicitó de Pilato el permiso para hacerse cargo del cuerpo de Jesús.
Pilato se lo concedió, y él se hizo cargo del cuerpo.
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- También vino Nicodemo, el que con anterioridad había ido de noche a entrevistarse con Jesús, trayendo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
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- Entre ambos se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas de lino bien empapadas en los aromas, según acostumbraban hacer los judíos para sepultar a sus muertos.
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- Cerca del lugar donde Jesús fue crucificado había un huerto, y en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido sepultado.
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- Y como el sepulcro estaba cerca y era para los judíos el día de preparación, depositaron allí el cuerpo de Jesús.
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