- I.— EL LIBRO DE LOS SIGNOS (2—12)
Primer signo (2,1—4,42) Una boda en Caná de Galilea
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- Tres días después tuvo lugar una boda en Caná de Galilea.
La madre de Jesús estaba invitada a la boda,
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- y lo estaban también Jesús y sus discípulos.
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- Se terminó el vino, y la madre de Jesús se lo hizo saber a su hijo:
— No les queda vino.
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- Jesús le respondió:
— ¡Mujer! ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.
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- Pero ella dijo a los que estaban sirviendo:
— Haced lo que él os diga.
- 6
- Había allí seis tinajas de piedra, de las que utilizaban los judíos para sus ritos purificatorios, con una capacidad de entre setenta y cien litros cada una.
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- Jesús dijo a los que servían:
— Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
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- Una vez llenas, Jesús les dijo:
— Sacad ahora un poco y llevádselo al organizador del banquete. Así lo hicieron,
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- y en cuanto el organizador del banquete probó el nuevo vino, sin saber su procedencia (sólo lo sabían los sirvientes que lo habían sacado), llamó al novio y le dijo:
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- — Todo el mundo sirve al principio el vino de mejor calidad, y cuando los invitados han bebido en abundancia, se saca el corriente.
Tú, en cambio, has reservado el mejor vino para última hora.
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- Jesús hizo este primer milagro en Caná de Galilea.
Manifestó así su gloria y sus discípulos creyeron en él.
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- Después de esto, bajó a Cafarnaún acompañado por su madre, sus hermanos y sus discípulos.
Y permanecieron allí unos cuantos días.
Jesús y el Templo (Mt 21,12-13; Mc 11,15-17; Lc 19,45-46)
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- Estaba ya próxima la fiesta judía de la Pascua, y Jesús subió a Jerusalén.
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- Encontró el Templo lleno de gente que vendía bueyes, ovejas y palomas, y de cambistas de monedas sentados detrás de sus mesas.
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- Hizo entonces un látigo con cuerdas y echó fuera del Templo a todos, junto con sus ovejas y sus bueyes.
Tiró también al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas.
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- Y a los vendedores de palomas les dijo:
— Quitad eso de ahí. No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.
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- Al verlo, sus discípulos se acordaron de aquellas palabras de la Escritura: El celo por tu casa me consumirá.
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- Los judíos, por su parte, lo increparon diciendo:
— ¿Con qué señal nos demuestras que puedes hacer esto?
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- Jesús les contestó:
— Destruid este Templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo.
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- Los judíos le replicaron:
— Cuarenta y seis años costó construir este Templo, ¿y tú piensas reconstruirlo en tres días?
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- Pero el templo de que hablaba Jesús era su propio cuerpo.
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- Por eso, cuando resucitó, sus discípulos recordaron esto que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había pronunciado.
Jesús conoce la intimidad de cada uno
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- Mientras Jesús permaneció en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, fueron muchos los que vieron los milagros que hacía, y creyeron en él.
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- Pero Jesús no las tenía todas consigo, pues los conocía a todos perfectamente.
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- Como tampoco necesitaba que nadie le informara sobre nadie, conociendo como conocía la intimidad de cada persona.
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