El éxito de los malvados

1
Job respondió así:
2
Escuchad atentos mis palabras,
concededme al menos ese consuelo.
3
Tened paciencia mientras hablo;
cuando termine, os podréis burlar.
4
¿Me quejo acaso de alguno
o pierdo la paciencia sin razón?
5
Escuchadme, quedaréis atónitos
y no sabréis qué decir.
6
Al pensarlo, me lleno de horror,
escalofríos me atenazan el cuerpo.
7
¿Por qué siguen vivos los malvados,
envejecen mientras aumenta su poder?
8
Ven a sus hijos medrar seguros,
contemplan cómo fructifican sus retoños:
9
sus casas, prósperas y tranquilas,
el castigo de Dios no los alcanza.
10
Sus toros fecundan sin fallar,
sus vacas nunca malparen.
11
Sus hijos retozan como corderos,
sus niños brincan satisfechos.
12
Cantan con liras y tambores,
se divierten al son de la flauta;
13
gozan dichosos de la vida
y bajan en paz al reino de los muertos.
14
Y eso que decían a Dios:
“¡Déjanos en paz!
No queremos conocer tus designios.
15
¿Por qué serviremos al Todopoderoso?
¿Qué sacamos en limpio con invocarlo?”.
16
¿No depende del malvado su dicha,
aunque su plan esté lejos de Dios?
17
¿Cuándo se apaga la lámpara del malvado?
¿Cuándo le sobreviene la desgracia
o la cólera divina lo colma de dolor?
18
¿Son paja acosada por el viento
o tamo que avienta el huracán?
19
¿Va a castigar Dios a sus hijos?
¡Que lo pague él y escarmiente!
20
¡Que él mismo asista a su ruina,
que absorba la cólera del Todopoderoso!
21
¿Qué le importa su hacienda una vez muerto,
cuando sus meses no puedan ya contarse?
22
¿Quién puede enseñar algo a Dios,
si sólo él es capaz de gobernar el cielo?
23
Hay quien muere en pleno vigor,
rebosante de dicha y de paz,
24
con sus lomos forrados de grasa
y jugosa la médula de sus huesos.
25
Y hay quien muere saciado de amargura,
sin haber experimentado la dicha.
26
Pero ambos se acostarán en el polvo
bajo una cubierta de gusanos.
27
Bien me sé lo que pensáis,
todo lo que tramáis contra mí.
28
Decís: “¿Dónde está la casa del soberbio,
la tienda donde moraban los impíos?”.
29
¿Por qué no preguntáis a quienes viajan
y sabréis bien lo que piensan?
30
El malvado se libra el día del desastre,
se encuentra a salvo el día de la cólera.
31
¿Quién le reprocha su conducta
o le pasa cuentas de lo que ha hecho?
32
Es conducido al cementerio,
la gente vela junto a su tumba,
33
no siente el peso de la tierra.
Tras él desfila todo el mundo,
lo precede una turba innumerable.
34
¿A qué entonces me consoláis con vaciedades?
¡Si tan sólo argumentáis con engaños!