- Pablo y su proclamación del mensaje en Corinto
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- Yo mismo, hermanos, cuando llegué a la ciudad, no les anuncié el proyecto salvador de Dios con alardes de sabiduría o elocuencia.
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- Decidí que entre ustedes debía ignorarlo todo, a excepción de Cristo crucificado;
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- así que me presenté ante ustedes sin recursos y temblando de miedo.
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- Mi predicación y mi mensaje no se apoyaban en una elocuencia inteligente y persuasiva;
era el Espíritu con su poder quien los convencía,
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- de modo que la fe de ustedes no es fruto de la sabiduría humana, sino del poder de Dios.
La verdadera sabiduría
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- Sin embargo, también nosotros disponemos de una sabiduría para los formados en la fe;
una sabiduría que no pertenece a este mundo ni a los poderes perecederos que gobiernan este mundo;
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- una sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada por Dios, desde antes de todos los tiempos, a constituir nuestra gloria.
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- Ninguno entre los poderosos de este mundo ha llegado a conocer tal sabiduría, pues, de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria.
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- Pero según dice la Escritura: Lo que jamás vio ojo alguno, lo que ningún oído oyó, lo que nadie pudo imaginar que Dios tenía preparado para aquellos que lo aman,
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- eso es lo que Dios nos ha revelado por medio del Espíritu.
Pues el Espíritu todo lo sondea, incluso lo más profundo de Dios.
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- ¿Quién, en efecto, conoce lo íntimo del ser humano, sino el mismo espíritu humano que habita en su interior? Lo mismo pasa con las cosas de Dios: sólo el Espíritu divino las conoce.
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- En cuanto a nosotros, no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para poder así reconocer los dones que Dios nos ha otorgado.
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- Esto es precisamente lo que expresamos con palabras que no están inspiradas por el saber humano, sino por el Espíritu.
Y así acomodamos las cosas espirituales a los que poseen el Espíritu.
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- La persona mundana es incapaz de captar lo que procede del Espíritu de Dios;
lo considera un absurdo y no alcanza a comprenderlo, porque sólo a la luz del Espíritu pueden ser valoradas estas cosas.
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- En cambio, la persona animada por el Espíritu puede emitir juicio sobre todo, sin que ella esté sujeta al juicio de nadie.
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- Porque ¿quién conoce el modo de pensar del Señor hasta el punto de poder darle lecciones? ¡Ahora bien, nosotros estamos en posesión del modo de pensar de Cristo!
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