- Dios y el mundo
- 1
- Queridos, andan por ahí muchos pretendidos profetas que presumen de poseer el Espíritu de Dios.
Antes de fiarse de ellos, comprueben si verdaderamente lo poseen.
- 2
- Si reconocen que Jesucristo ha venido como verdadero hombre, es que poseen el Espíritu de Dios.
- 3
- Pero si no reconocen a Jesús, es que su espíritu no es de Dios, sino del anticristo, del cual ustedes han oído que estaba a punto de llegar;
y, en efecto, ya está en el mundo.
- 4
- En cuanto a ustedes, hijos míos, pertenecen a Dios y han vencido a esos falsos profetas, pues el que está con ustedes es más fuerte que el que está con el mundo.
- 5
- Ellos, como son mundanos, hablan de cosas mundanas, y la gente mundana les presta atención.
- 6
- Pero nosotros pertenecemos a Dios, y nos escuchan los que conocen a Dios.
No nos escuchan, en cambio, los que no conocen a Dios. Ahí tienen la piedra de toque para discernir dónde está el error y dónde la verdad.
III.— EL AMOR Y LA FE (4,7—5,12) En las fuentes del amor
- 7
- Queridos, Dios es la fuente del amor: amémonos, pues, unos a otros.
El que ama es hijo de Dios y conoce a Dios.
- 8
- El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
- 9
- Y Dios ha demostrado que nos ama enviando a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por medio de él.
- 10
- Pues el amor radica no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.
- 11
- Queridos, si a tal extremo ha llegado el amor de Dios para con nosotros, también nosotros debemos amarnos mutuamente.
- 12
- Es cierto que jamás alguien ha visto a Dios;
pero, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor alcanza en nosotros cumbres de perfección.
- 13
- Estamos seguros de que permanecemos en Dios y Dios permanece en nosotros, porque nos ha hecho partícipes de su Espíritu.
- 14
- Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo como salvador del mundo.
- 15
- Quien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.
- 16
- Por nuestra parte, hemos conocido y hemos puesto nuestra confianza en el amor que Dios nos tiene.
Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios permanece en él.
- 17
- Nuestro amor alcanza su más alto nivel de perfección cuando, al compartir nosotros ya en este mundo la condición de Cristo, nos hace esperar confiados el día del juicio.
- 18
- Amor y temor, en efecto, son incompatibles;
el auténtico amor elimina el temor, ya que el temor está en relación con el castigo, y el que teme es que aún no ha aprendido a amar perfectamente.
- 19
- Amemos, pues, nosotros, porque Dios nos amó primero.
- 20
- Quien dice: “Yo amo a Dios”, pero al mismo tiempo odia a su hermano, es un mentiroso.
¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, si no es capaz de amar al hermano, a quien ve?
- 21
- En fin, este mandamiento nos dejó Cristo: que quien ama a Dios, ame también a su hermano.
|