Enfermedad y curación de Ezequías (Is 38,1-8)

1
Por aquel tiempo enfermó gravemente Ezequías.
El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
Esto dice el Señor: “Pon en orden tus asuntos, pues vas a morir;
no te curarás”.
2
Ezequías se volvió cara a la pared y oró con estas palabras al Señor:
3
— ¡Ay, Señor! recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada.
Y rompió a llorar a lágrima viva.
4
Antes de que Isaías hubiese salido del patio, le llegó este mensaje del Señor:
5
Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: “Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas.
Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del Señor.
6
Voy a alargar tu vida otros quince años;
libraré a ti y a esta ciudad de caer en poder del rey de Asiria, y la defenderé por mi honor y el de David, mi servidor”.
7
Luego Isaías ordenó:
Tráiganme una torta de higos.
Se la llevaron, la aplicaron sobre la parte enferma y Ezequías sanó.
8
Entonces Ezequías preguntó a Isaías:
— ¿Cuál será la señal de que el Señor me curará y de que en tres días podré ir al Templo?
9
Isaías le respondió:
Esta será la señal de que el Señor cumplirá la promesa que te ha hecho.
¿Qué prefieres, que la sombra avance diez grados o que retroceda otros tantos?
10
Ezequías dijo:
— Lo normal es que la sombra avance.
Prefiero que retroceda diez grados.
11
Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de sol de Ajaz.


Embajada babilónica (2 Cr 32,30.32-33)

12
Por entonces el rey de Babilonia, Merodac Baladán, hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que estaba enfermo.
13
Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y todo lo que había en sus depósitos.
Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su palacio y de todos sus dominios.
14
Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
— ¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido?
Ezequías respondió:
— Han venido de Babilonia, un país lejano.
15
Isaías preguntó de nuevo:
— ¿Y qué han visto en tu palacio?
Ezequías le dijo:
Todo lo que hay en palacio.
No ha quedado nada de mis tesoros por enseñarles.
16
Entonces Isaías le dijo:
Escucha este mensaje del Señor:
17
Llegará un día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor.
18
Incluso a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.”
19
Ezequías dijo:
— Me parece bien la palabra del Señor que me has anunciado.
Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz y seguridad.


Conclusión del reinado de Ezequías (2 Cr 32,30.32-33)

20
El resto de la historia de Ezequías y todas sus hazañas, la alberca y el canal que hizo para llevar las aguas a la ciudad, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá.
21
Cuando Ezequías murió, su hijo Manasés le sucedió como rey.