Fidelidad de Dios

1
Por lo demás, hermanos, rueguen por nosotros para que la palabra del Señor prosiga el avance glorioso que ha conocido en Tesalónica.
2
Rueguen también para que el Señor nos libre de la gente insolente y malvada, porque no todos aceptan la fe.
3
¡Pero el Señor es fiel! Él los hará fuertes y los librará del maligno.
4
Gracias a él podemos confiar en que ustedes cumplen y cumplirán lo que les hemos inculcado.
5
Que el Señor, pues, encamine sus corazones para que amen a Dios y esperen a Cristo sin desfallecer.


La obligación del trabajo

6
Finalmente, hermanos, esto es lo que les mandamos en nombre de Jesucristo, el Señor: que se mantengan apartados de todo hermano que viva ociosamente y no siga la tradición que ha recibido de nosotros.
7
Conocen ustedes perfectamente cómo pueden imitarnos, pues no vivimos ociosamente entre ustedes
8
ni comimos de balde el pan de nadie.
Al contrario, trabajamos día y noche hasta casi extenuarnos, con el fin de no ser gravosos a ninguno de ustedes.
9
¡Y teníamos derecho a ello! Pero quisimos ofrecerles un ejemplo que imitar.
10
Estando entre ustedes les inculcamos ya esta norma: el que no quiera trabajar, que tampoco coma.
11
Y es que nos hemos enterado de que algunos viven ociosamente entre ustedes: en lugar de trabajar, se entrometen en todo.
12
De parte de Jesucristo, el Señor, los instamos y exhortamos a que trabajen y coman su propio pan sin perturbar a nadie.
13
En cuanto a ustedes, hermanos, no se canssen de hacer el bien.
14
Y si alguien no hace caso a lo que les decimos en esta carta, tomen nota de él y háganle el vacío, a ver si se avergüenza.
15
Pero no lo traten como enemigo;
corríjanlo, más bien, como a un hermano.


Conclusión (3,16-17)
Bendición y saludo final


16
Que el Señor de la paz les conceda la paz siempre y en todas sus formas.
El Señor esté con todos ustedes.
17
El saludo es de mi puño y letra.
Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas;
esta es mi letra.
18
La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.