- El deber de proclamar el mensaje
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- En presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de juzgar a vivos y muertos cuando se manifieste como rey, te suplico encarecidamente
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- que proclames el mensaje e insistas tanto si parece oportuno como si no lo parece.
Argumenta, reprende y exhorta echando mano de toda tu paciencia y competencia en enseñar.
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- Porque vendrán tiempos en que no se soportará la auténtica enseñanza, sino que, para halagar el oído, quienes escuchan se rodearán de maestros a la medida de sus propios antojos,
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- se apartarán de la verdad y darán crédito a los mitos.
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- Pero tú permanece siempre alerta, proclama el mensaje de salvación, desempeña con esmero el ministerio.
En espera del premio
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- Mi vida está a punto de ser ofrecida en sacrificio;
la hora de mi muerte está al caer.
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- He luchado con valor, he corrido hasta llegar a la meta, he conservado la fe.
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- Sólo me queda recibir la corona correspondiente a mi rectitud, que el Señor, justo juez, me entregará el día del juicio.
Y no sólo a mí, sino a todos los que esperan con amor su manifestación.
IV.— ENCARGOS Y RECOMENDACIONES (4,9-18) Recomendaciones personales
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- Procura venir pronto a verme,
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- pues Dimas me ha abandonado;
se ha dejado seducir por las cosas de este mundo y se ha marchado a Tesalónica. Crescencio ha ido a Galacia y Tito a Dalmacia.
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- El único que está conmigo es Lucas.
Trae contigo a Marcos, porque me es útil de veras para el ministerio apostólico.
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- A Tíquico lo envié a Éfeso.
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- Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Troas, en casa de Carpo.
Trae también los libros, en especial los pergaminos.
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- Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo.
El Señor se lo pagará conforme a lo que ha hecho.
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- Ten cuidado con él también tú, pues se ha opuesto tenazmente a nuestro mensaje.
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- En la primera vista de mi causa ante el tribunal, ninguno me asistió;
todos me desampararon. ¡Que Dios no se lo tenga en cuenta!
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- Pero el Señor estuvo conmigo y me dio fuerzas para llevar a buen término el anuncio del mensaje, de modo que todos los paganos pudieron escucharlo.
El Señor, que me libró de la boca del león,
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- seguirá librándome de todo lo malo y me otorgará la salvación en su reino celestial.
A él la gloria por siempre y para siempre. Amén.
Conclusión (4,19-23) Saludos finales
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- Saluda a Prisca y a Áquila;
también a la familia de Onesíforo.
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- Erasto se quedó en Corinto.
Trófimo cayó enfermo y tuve que dejarlo en Mileto.
- 21
- Date prisa y ven antes del invierno.
Saludos de Éubulo, Pudente, Lino, Claudia y de todos los hermanos.
- 22
- Que el Señor esté contigo y que la gracia los acompañe a todos ustedes.
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