- Israel, un pueblo consagrado (Ex 34,10-17)
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- El Señor tu Dios te va a introducir en la tierra de la que vas a tomar posesión, y va a expulsar delante de ti a pueblos más grandes que tú: hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, siete pueblos más numerosos y fuertes que tú.
- 2
- Cuando el Señor tu Dios te los haya entregado y tú los hayas derrotado, los consagrarás sin remisión al exterminio.
No harás alianza con ellos, ni tendrás compasión de ellos.
- 3
- Tampoco establecerás vínculos de parentesco con esos pueblos permitiendo que los hijos e hijas de ustedes se casen con los de ellos,
- 4
- porque harán que sus hijos se aparten de mí y adoren a otros dioses;
y entonces la ira del Señor se encenderá contra ustedes y no tardarán en ser aniquilados.
- 5
- Lo que tienen que hacer es derribar sus altares, hacer pedazos sus piedras votivas, talar sus árboles sagrados y quemar sus ídolos.
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- Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios, y a ti te ha elegido el Señor tu Dios, entre todos los pueblos de la tierra, para que seas el pueblo de su propiedad.
Privilegios y obligaciones de Israel
- 7
- Si el Señor se agradó de ustedes y los eligió no fue por ser ustedes el pueblo más numeroso de todos —porque son el más insignificante—,
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- sino por el amor que les tiene y para mantener el juramento que había hecho con sus antepasados.
Por eso los rescató del poder del faraón, rey de Egipto, y los liberó de la esclavitud con grandes manifestaciones de poder.
- 9
- Reconoce, entonces, que el Señor tu Dios es realmente Dios.
Él es Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones mantiene su alianza y tiene misericordia de aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos,
- 10
- pero que castiga y hace perecer a aquellos que lo aborrecen.
No tarda en darles su merecido.
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- Cumple, pues, los estatutos, normas y preceptos que hoy te prescribo.
Bendiciones a los que obedecen (Lv 26,3-13; Dt 28,1-14)
- 12
- Si ustedes prestan atención a estas normas, las cumplen y las ponen en práctica, entonces el Señor tu Dios mantendrá la alianza y la fidelidad que prometió a tus antepasados.
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- Te amará, te bendecirá y te multiplicará.
Bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu tierra —tu trigo, tu vino y tu aceite— y las crías de tus vacas y tus ovejas, en la tierra que te dará como juró a tus antepasados.
- 14
- Serás bendito, más que cualquier otro pueblo;
no habrá entre tu gente ni entre tus ganados macho o hembra estéril.
- 15
- El Señor mantendrá alejada de ti toda enfermedad;
no te hará sufrir las funestas plagas que tú ya conociste en Egipto. Las tendrá reservadas, en cambio, para los que te aborrezcan.
- 16
- Tú deberás aniquilar a todos los pueblos que el Señor tu Dios entregue en tus manos.
No te apiades de ellos, ni rindas culto a sus dioses, porque eso sería tu perdición.
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- Es posible que te preguntes: “¿Cómo voy a expulsar a esos pueblos siendo ellos más numerosos que yo?”.
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- ¡No les tengas miedo! Tú recuerda lo que hizo el Señor tu Dios con el faraón y con todos los egipcios.
- 19
- Acuérdate de las terribles pruebas que viste con tus propios ojos, los milagros y prodigios, y el gran poder y destreza sin igual con las que el Señor tu Dios te sacó de allí.
Lo mismo hará el Señor tu Dios con todos los pueblos a quienes ahora temes.
- 20
- Y los que escapen y huyan a esconderse, el Señor tu Dios hará que también perezcan a causa del pánico.
- 21
- No les tengas miedo, porque está contigo el Señor tu Dios, Dios grande y terrible.
- 22
- Poco a poco el Señor tu Dios irá expulsando a los pueblos que encuentres a tu paso.
No deberás aniquilarlos de un golpe, no sea que las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo.
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- Pero el Señor tu Dios te los entregará y hará que el pánico cunda entre ellos hasta destruirlos.
- 24
- Entregará a sus reyes en tu poder, y tú harás que nadie los recuerda nunca más.
Ante tu ataque, nadie podrá ofrecer resistencia.
- 25
- Quemarás las imágenes de sus dioses, pero no intentarás quedarte con el oro o la plata que las recubre;
eso sería tu perdición, pues es algo abominable para el Señor tu Dios.
- 26
- No metas en tu casa nada de lo que el Señor detesta, para que no seas tú también consagrado al exterminio lo mismo que aquello.
Aborrece todo eso y detéstalo, porque está consagrado al exterminio.
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