- 1
- Ustedes, los hijos, obedezcan a sus padres como procede que lo hagan los creyentes.
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- El primer mandamiento que lleva consigo una promesa es precisamente este: Honra a tu padre y a tu madre,
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- a fin de que seas feliz y vivas largos años sobre la tierra.
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- Y ustedes, los padres, no hagan de sus hijos unos resentidos;
edúquenlos, más bien, instrúyanlos y corríjanlos como lo haría el Señor.
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- Ustedes los esclavos deben acatar con profundo respeto y lealtad de corazón las órdenes de sus amos temporales, como si de Cristo se tratara.
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- No como alguien que se siente vigilado o en plan adulador, sino como esclavos de Cristo, que tratan de cumplir con esmero la voluntad de Dios.
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- Presten sus servicios de buen grado, teniendo como punto de mira al Señor y no a la gente.
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- Y recuerden que el Señor recompensará a cada uno según el bien que haya hecho, sin distinguir entre amo y esclavo.
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- En cuanto a ustedes, amos, traten a sus esclavos de igual manera.
Prescindan de amenazas y tengan en cuenta que tanto ustedes como ellos pertenecen a un mismo amo, que está en los cielos y no se presta a favoritismos.
La lucha contra el mal
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- Sólo me resta desear que ustedes se mantengan fuertes, apoyados en el poder irresistible del Señor.
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- Utilicen todas las armas que Dios les proporciona, y así harán frente con éxito a las estratagemas del diablo.
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- Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno.
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- Por eso es preciso que empuñen las armas que Dios les proporciona, a fin de que puedan mantenerse firmes en el momento crítico y superar todas las dificultades sin ceder un palmo de terreno.
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- Estén, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad la cintura, protegido el pecho con la coraza de la rectitud
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- y calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz.
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- Tengan siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno.
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- Como casco, usen el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios.
Conclusión (6,18-24) Orar siempre y por todos
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- Y todo esto háganlo orando y suplicando sin cesar bajo la guía del Espíritu;
renuncien incluso al sueño, si es preciso, y oren con insistencia por todos los creyentes.
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- Oren también por mí, para que Dios ponga en mis labios la palabra oportuna y pueda dar a conocer libre y valientemente el plan de Dios encerrado en ese mensaje evangélico,
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- del que soy ahora un embajador encadenado.
Que Dios me conceda el valor de anunciarlo como debo.
Despedida y bendición final
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- Para que estén enterados de cómo van mis cosas y de lo que estoy haciendo, los informará Tíquico, mi querido hermano y fiel ayudante en el Señor.
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- Se lo envío precisamente para que tengan noticias mías y para que al propio tiempo les levante el ánimo.
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- Que Dios Padre, y Jesucristo, el Señor, concedan a los hermanos paz, amor y fe.
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- Y que la gracia acompañe a cuantos aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor indestructible.
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