II.— PROYECTO DE AMÁN PARA EXTERMINAR A LOS JUDÍOS (3—5)
Mardoqueo y Amán


1
Algún tiempo después, el rey Asuero elevó a un alto cargo a Amán, hijo de Hamdatá, de la región de Agag, dándole preeminencia sobre el resto de los oficiales como él.
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A su paso, todos los servidores del palacio se arrodillaban e inclinaban la cabeza ante él, porque así lo había ordenado el rey.
Pero Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba la cabeza a su paso.
3
Entonces los guardias reales que custodiaban la puerta del palacio le preguntaron a Mardoqueo:
— Y tú, ¿por qué desobedeces el mandato real?
4
Y como todos los días le preguntaban lo mismo, y él no les hacía caso, lo denunciaron a Amán, para ver si valían sus excusas, pues les había declarado que era judío.
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Al comprobar Amán que Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba la cabeza a su paso, montó en cólera.
6
Y al saber que Mardoqueo era judío, decidió no solo castigarlo a él, sino exterminar con él a todos los de su raza, a todos los judíos que vivían en el reino de Asuero.


El decreto real contra los judíos

7
Para determinar el día y el mes, se celebró ante Amán en el primer mes, que es el mes de Nisán, del año duodécimo del reinado de Asuero, el sorteo llamado “pur”.
Y la suerte cayó en el día trece del duodécimo mes, el mes de Adar.
8
Y dijo Amán al rey Asuero:
Entre todos los pueblos que forman las provincias de tu imperio existe uno que vive separado y disperso;
se rige por leyes diferentes a las de los otros pueblos y no obedece las leyes del rey.
No creo que convenga al rey tolerarlos.
9
Por lo tanto, si al rey le parece bien, emita un decreto para exterminarlos, y yo contribuiré con diez mil talentos de plata a la hacienda real para realizar esta labor.
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Entonces el rey se quitó el anillo y se lo dio a Amán, hijo de Hamdatá, de la región de Agag, enemigo de los judíos,
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diciendo:
Puedes quedarte con la plata, y haz con ese pueblo lo que mejor te parezca.
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El día trece del mes primero fueron convocados los secretarios reales.
Estos redactaron en la escritura de cada provincia y en la lengua de cada pueblo, todo lo que Amán ordenaba a los sátrapas reales, a los gobernadores de cada una de las provincias y a los jefes de cada pueblo.
Todo se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo real.
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Luego, los mensajeros llevaron estos documentos a todas las provincias del reino con la orden de destruir, matar y exterminar en un solo día, el día trece del duodécimo mes, es decir el mes de Adar, a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, y de apoderarse de todos sus bienes
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El texto de este edicto debía ser promulgado como ley en todas las provincias y en todos los pueblos a fin de que estuvieran preparados para ese día.
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Los mensajeros partieron de inmediato con la orden real.
El edicto se hizo público también en la ciudadela de Susa.
Y mientras el rey y Amán se dedicaban a banquetear, en la ciudad de Susa reinaba la consternación.