III.— LA LIBERACIÓN (6,1—9,19)
El rey honra a Mardoqueo


1
Aquella noche, como el rey estaba desvelado, mando que le trajeran el libro de los anales de la historia nacional para que se lo leyesen.
2
En él encontraron escrito que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, dos eunucos de la guardia real, que habían planeado atentar contra el rey Asuero.
3
El rey preguntó:
— ¿Qué honor o reconocimiento se concedió a Mardoqueo por esto?
Los cortesanos a su servicio respondieron:
— No se le concedió ninguno.
4
Entonces el rey preguntó:
— ¿Quién está en el patio?
Amán acababa de entrar en el patio exterior del palacio para solicitar al rey que ordenara colgar a Mardoqueo en la horca que le estaba preparando.
5
Los cortesanos le respondieron:
— Es Amán el que está en el patio.
— ¡Háganlo pasar! —ordenó el rey—.
6
Cuando Amán hubo entrado, el rey le preguntó:
— ¿Qué se puede hacer por una persona a quien el rey desea honrar?
Amán dijo para sí: “¿A quién va a querer el rey honrar sino a mí?”.
7
Así que respondió al rey:
Para esa persona a la que el rey quiere honrar
8
habría que mandar traer vestiduras reales, de las que usa su majestad, un caballo de los que monta el rey, y un distintivo real para su cabeza.
9
La vestidura y el caballo se entregarían a uno de los más dignos funcionarios reales, para que él mismo vista a la persona a la que el rey quiere honrar;
luego la paseará a caballo por la plaza de la ciudad, pregonando ante ella: “¡Así se agasaja a quien el rey quiere honrar!”.
10
Entonces dijo el rey a Amán:
Vete de inmediato, toma las vestiduras y el caballo, como acabas de sugerir, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del palacio real.
No descuides ningún detalle de lo que has dicho.
11
Así pues, Amán tomó las vestiduras y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo paseó a caballo por la plaza de la ciudad, pregonando ante él: “¡Así se agasaja a quien el rey quiere honrar!”.
12
Después, mientras Mardoqueo volvía a la puerta real, Amán se dirigió a su casa entristecido y tapándose la cara.
13
Amán contó a Zeres, su mujer, y a todos sus amigos lo que había sucedido.
Zeres y sus consejeros le dijeron:
— Si ese Mardoqueo, ante el cual estás empezando a caer, es de raza judía, no podrás vencerlo.
Sin duda que acabarás fracasando.


Humillación y muerte de Amán

14
Aún estaban hablando con Amán, cuando llegaron los eunucos reales para acompañarle inmediatamente al banquete que ofrecía Ester.