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- Digo, pues, que, mientras el heredero es menor de edad, en nada se distingue de un esclavo.
Cierto que es dueño de todo,
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- pero tiene que estar sometido a tutores y administradores hasta el momento fijado por el padre.
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- Lo mismo sucede con nosotros: durante nuestra minoría de edad nos han esclavizado las realidades mundanas.
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- Pero, al llegar el momento cumbre de la historia, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley,
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- para liberarnos del yugo de la ley y alcanzarnos la condición de hijos adoptivos de Dios.
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- Y prueba de que ustedes son hijos es que Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a sus corazones;
y el Espíritu clama: “¡Abba!”, es decir, “¡Padre!”.
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- Así que ya no eres esclavo, sino hijo.
Y como hijo que eres, Dios te ha declarado también heredero.
Inquietud de Pablo por la actitud de los Gálatas
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- En otro tiempo no conocían a Dios y estaban al servicio de falsos dioses.
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- Pero ahora que ya conocen a Dios o, mejor dicho, ahora que Dios los conoce, ¿cómo es que vuelven a dejarse esclavizar por esas realidades mundanas que no tienen fuerza ni valor?
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- Todavía celebran como fiestas religiosas ciertos días, meses, estaciones y años.
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- Mucho me temo que mis sudores entre ustedes hayan sido baldíos.
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- Por favor, hermanos, compórtense como yo, pues también yo me he adaptado a ustedes.
Ninguna ofensa sufrí de ustedes entonces.
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- Ya saben que fue una enfermedad la que me dio la oportunidad de anunciarles por vez primera el mensaje evangélico.
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- Y, aunque mi estado físico debió de ser una dura prueba para ustedes, no me despreciaron ni sintieron asco de mí.
Al contrario, me acogieron como a un mensajero de Dios, como si fuera el mismo Cristo Jesús.
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- ¿Qué ha sido de aquel entusiasmo? Porque estoy seguro de que ustedes hasta los ojos se habrían arrancado, a ser posible, para dármelos a mí.
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- ¿He pasado entonces a ser enemigo por haberles dicho la verdad?
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- Esa gente muestra mucho interés por ustedes, pero no es un interés de buena ley.
Lo que buscan es aislarlos de mí para que no tengan más remedio que seguirlos.
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- Deberían ustedes interesarse por hacer el bien en todo momento y no sólo cuando yo me encuentro entre ustedes.
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- Hijos míos, estoy sufriendo, como si de nuevo los estuviera dando a luz, hasta que Cristo tome forma definitiva en ustedes.
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- Me gustaría estar ahora entre ustedes y emplear el tono adecuado, pues verdaderamente no sé cómo tratarlos.
Alegoría de Sara y Agar
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- Ustedes, los que se empeñan en vivir bajo la ley de Moisés, díganme: ¿han escuchado acaso lo que dice?
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- Porque en ella está escrito que Abrahán tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su esposa, que era libre.
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- El de la esclava nació siguiendo el curso normal de la naturaleza;
el de la libre, en cambio, en virtud de una promesa divina.
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- Esto tiene un significado más profundo: las dos mujeres representan dos alianzas.
Una —simbolizada en Agar— proviene del monte Sinaí, y engendra esclavos.
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- Noten, en efecto, que Agar hace referencia al monte Sinaí, el cual está en Arabia, y es figura de la actual Jerusalén, que sigue siendo esclava junto con sus hijos.
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- Pero la Jerusalén celestial es libre, y esa es nuestra madre.
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- Pues dice la Escritura:
Alégrate tú, la estéril, la que no tienes hijos; salta de júbilo y clama, tú que no has experimentado los dolores de parto. Porque van a ser muchos más los hijos de la abandonada, que los de aquella que tiene marido.
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- Hermanos, ustedes, como Isaac, son hijos en virtud de la promesa.
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- Pero lo mismo que entonces el hijo que nació siguiendo el curso normal de la naturaleza no cesaba de hostigar al que nació en virtud del Espíritu, así ocurre ahora.
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- Y ¿qué dice la Escritura?: Echa de casa a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no ha de compartir la herencia con el hijo de la libre.
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- En una palabra, hermanos: no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
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