- Consulta a Jeremías y huida a Egipto
- 1
- Entonces los oficiales, acompañados de Yojanán, hijo de Caréaj, de Jezanías, hijo de Osaías, y de toda la gente, pequeños y adultos, acudieron
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- al profeta Jeremías y le dijeron:
— Acepta, por favor, nuestra súplica y consulta al Señor, tu Dios, por nosotros y por todo este resto, pues quedamos muy pocos de tantos que éramos, como tú mismo puedes comprobar.
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- Que el Señor, tu Dios, nos indique el camino que hemos de seguir y lo que tenemos que hacer.
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- El profeta Jeremías les respondió:
— De acuerdo. Voy a consultar al Señor, su Dios, conforme a su petición; y todo lo que responda el Señor sobre ustedes, se lo transmitiré. No les ocultaré nada.
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- Ellos dijeron a Jeremías:
— Que el Señor sea testigo veraz y firme contra nosotros si no hacemos todo lo que el Señor, tu Dios, te mande decirnos.
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- Sea favorable o desfavorable lo que responda, haremos caso al Señor, nuestro Dios, a quien te enviamos, para que nos vaya bien.
Haremos caso al Señor, nuestro Dios.
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- Al cabo de diez días, Jeremías recibió la palabra del Señor.
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- Llamó a Yojanán, hijo de Caréaj, a todos los oficiales que lo acompañaban y al resto de la gente, pequeños y adultos
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- y les dijo:
— Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien ustedes me enviaron para hacerle llegar su súplica:
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- Si se instalan en esta tierra, los construiré y no los destruiré, los plantaré y no los arrancaré, pues me arrepiento del daño que les he hecho.
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- No tengan miedo del rey de Babilonia, a quien ahora temen;
no le tengan miedo —oráculo del Señor—, pues yo estoy con ustedes para auxiliarlos y para librarlos de su mano.
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- Le daré entrañas para que se compadezca de ustedes y los deje volver a su tierra.
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- Pero si deciden no instalarse en esta tierra, haciendo caso omiso al Señor, su Dios;
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- si dicen: “No;
vamos a ir al país de Egipto, donde no veremos guerras ni oiremos el toque de trompeta ni pasaremos hambre; allí nos instalaremos”,
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- entonces escuchen la palabra del Señor, resto de Judá: Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Si se empeñan en ir a Egipto a instalarse allí como forasteros,
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- la espada que tanto temen los alcanzará en el país de Egipto, y el hambre que tanto los asusta no los dejará tranquilos en Egipto.
Allí morirán.
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- Todos los que se empeñen en ir a Egipto a residir allí como forasteros morirán víctimas de la espada, del hambre y de la peste.
No quedará superviviente que pueda ponerse a salvo de la calamidad que pienso traer sobre ellos.
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- Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Del mismo modo que se derramaron mi ira y mi cólera sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi cólera sobre ustedes cuando vayan a Egipto.
Se convertirán en maldición y espanto, en objeto de execración e ignominia; y no volverán a ver este lugar.
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- Esto les dice el Señor, resto de Judá: No vayan a Egipto;
ténganlo bien en cuenta, pues yo se lo atestiguo hoy.
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- Se engañaron a ustedes mismos cuando me enviaron al Señor, su Dios, pidiéndome que consultara por ustedes y diciendo que les comunicara lo que decía el Señor, para ponerlo en práctica.
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- Esto es lo acabo de comunicarles hoy, pero no han hecho caso al Señor, su Dios, en nada de lo que me ha enviado a decirles.
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- Pues ahora, ténganlo bien presente: morirán víctimas de la espada, del hambre y de la peste en el lugar que han elegido para residir como forasteros.
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