- Jesús denuncia la hipocresía (Mc 12,38-40, Lc 11,43; 20,46)
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- Jesús se dirigió entonces a la gente y a sus propios discípulos
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- y les dijo:
— Los maestros de la ley y los fariseos han sido los encargados de interpretar la ley de Moisés.
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- Obedézcanlos, pues, y cumplan cuanto les digan;
pero no imiten su conducta, porque ellos mismos no hacen lo que enseñan:
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- echan cargas pesadas e insoportables sobre los hombros de los demás, pero ellos no están dispuestos a mover ni siquiera un dedo para llevarlas.
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- Todo lo hacen para que la gente los vea.
Usan filacterias más anchas y flecos más largos que ningún otro;
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- les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes, sentarse en los lugares preferentes en las sinagogas,
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- ser saludados en público y que la gente los llame “maestros”.
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- Ustedes, en cambio, no se hagan llamar “maestro”;
el único maestro de ustedes es Cristo y todos ustedes son hermanos unos de otros.
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- Ni tampoco llamen a nadie “padre nuestro” en este mundo, porque el único Padre de ustedes es el del cielo.
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- Ni tampoco se hagan llamar “maestros”, porque el único maestro de ustedes es Cristo.
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- El más grande entre ustedes será el que se ponga al servicio de los demás.
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- Al que se ensalce a sí mismo, Dios lo humillará;
pero al que se humille a sí mismo, Dios lo ensalzará.
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- ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cierran a la gente la entrada en el reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan entrar a los que quieren entrar.
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- [¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que devoran las haciendas de las viudas y que, para disimular, pronuncian largas oraciones! Por eso ustedes recibirán mayor castigo].
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- ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que recorren tierra y mar en busca de un prosélito y, cuando lo han conseguido, hacen de él un modelo de maldad dos veces peor que ustedes mismos!
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- ¡Ay de ustede, guías de ciegos, que dicen: “Jurar por el Templo no compromete a nada.
Lo que compromete es jurar por el oro del Templo”!
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- ¡Estúpidos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el Templo por el que el oro queda consagrado?
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- Y dicen también: “Jurar por el altar no compromete a nada.
Lo que compromete es jurar por la ofrenda que está sobre el altar”.
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- ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar por el que la ofrenda queda consagrada?
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- El que jura por el altar, jura también por todo lo que hay sobre él;
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- el que jura por el Templo, jura también por aquel que vive dentro de él.
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- Y el que jura por el cielo, jura también por el trono de Dios y por Dios mismo, que se sienta en ese trono.
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- ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que ofrecen a Dios el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero no se preocupan de lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la fe! Esto último es lo que deberían hacer, aunque sin dejar de cumplir también lo otro.
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- ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!
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- ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro siguen sucios con el producto de su propia rapacidad y codicia!
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- ¡Fariseo ciego, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera!
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- ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que son como sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, pero llenos por dentro de huesos de muerto y podredumbre!
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- Así también ustedes: se hacen pasar por justos delante de la gente, pero tienen el interior lleno de hipocresía y maldad.
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- ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos funerarios de los justos
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- diciendo: “Si nosotros hubiéramos vivido en los tiempos de nuestros antepasados, no nos habríamos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas”!
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- Pero con ello están demostrando, contra ustedes mismos, que son descendientes de los que asesinaron a los profetas.
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- ¡Completen, pues, ustedes la obra que comenzaron sus antepasados!
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- ¡Serpientes! ¡Hijos de víbora! ¿Cómo podrán escapar al castigo de la gehena?
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- Porque miren: yo voy a enviarles mensajeros, sabios y maestros de la ley;
a unos ustedes los matarán y crucificarán, a otros los azotarán en sus sinagogas y perseguirán de ciudad en ciudad.
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- De ese modo se harán culpables de toda la sangre inocente derramada en este mundo, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, el hijo de Baraquías, a quien ustedes asesinaron entre el santuario y el altar.
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- ¡Les aseguro que todo esto le ocurrirá a la presente generación!
Lamento de Jesús por Jerusalén (Lc 13,34-35)
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- ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y ustedes se negaron!
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- Pues miren: la ciudad va a quedar desierta.
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- Porque les digo que no volverán a verme hasta el momento en que digan: “ Bendito el que viene en nombre del Señor”.
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