- Ruina de Nínive, la sanguinaria
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- ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria,
que estás llena de mentira y acumulas rapiña! ¡Tu pillaje no tiene fin!
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- Chasquidos de látigo,
estrépito de ruedas, caballos al galope, carros que saltan,
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- caballería a la carga,
flamear de espadas, relampagueo de lanzas; multitud de heridos, montones de muertos, cadáveres incontables en los que todos tropiezan.
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- Todo por culpa de esa prostituta
hermosa y atractiva, maestra en hechizos, que seducía a las naciones con su desenfrenada lujuria, a los pueblos con sus hechizos.
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- ¡Aquí estoy contra ti!,
dice el Señor del universo: te levantaré las faldas hasta la cara, enseñaré a las naciones tu desnudez, mostraré a los reinos tus vergüenzas;
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- te cubriré de inmundicias,
deshonrándote y exponiéndote a pública vergüenza.
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- Todos los que te vean
se apartarán de ti diciendo: “¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién la compadecerá? ¿Dónde se podrá encontrar gente que te consuele?”.
El ejemplo de Tebas
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- ¿Eres tú mejor que Tebas,
que se asentaba junto al Nilo, toda rodeada de aguas, a la que el río le servía de baluarte y las aguas de muralla?
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- Etiopía y Egipto constituían
su fuerza ilimitada; Put y Libia eran sus aliados.
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- Pero también ella, cautiva,
tuvo que marchar al destierro; también fueron estrellados sus niños en las encrucijadas de los caminos; sobre todos sus nobles echaron suertes y a sus magnates ataron con grilletes.
Desastre total de Nínive
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- Pues bien, también a ti
te van a emborrachar; también tú buscarás abrigo adonde escapar del enemigo.
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- Tus baluartes serán como
higueras cargadas de brevas: cuando las sacuden, caen en la boca de quien las espera.
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- Las tropas que hay en tu interior
son como mujeres; las puertas del país se abren de par en par ante tus enemigos y el fuego consume tus cerrojos.
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- Abastécete de agua para el asedio,
refuerza tus fortificaciones; pisa el barro, amasa la arcilla y prepara el molde de hacer ladrillos.
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- Allí te consumirá el fuego,
te destruirá la espada: te devorará como lo hace la langosta. Te multiplicaste como la langosta, te multiplicaste como el saltamontes;
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- eran multitud tus mercaderes,
más numerosos que las estrellas del cielo: langostas que despliegan sus alas y se echan a volar.
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- Tus guardianes eran como saltamontes
y tus oficiales como nube de langostas que se posan sobre los vallados en los días de invierno, pero huyen cuando sale el sol, y nadie sabe a dónde van.
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- Tus pastores, rey de Asiria,
se han quedado dormidos, tus capitanes están soñolientos, dispersas tus tropas por los montes. ¡No hay nadie que las agrupe!
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- No hay alivio para tu desastre,
tu herida es incurable. Todos los que oyen la noticia, aplauden tu desgracia, porque ¿quién no sufrió una y mil veces tu crueldad?
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