IV.— LAS SIETE COPAS (15,1—19,10)
El cántico de Moisés y del Cordero


1
Vi luego en el cielo otra señal formidable y maravillosa: siete ángeles llevaban las siete últimas calamidades con las que había de consumarse la ira de Dios.
2
Vi también una especie de mar, mezcla de fuego y cristal, en cuya orilla, de pie, estaban los vencedores de la bestia, de su imagen y de su nombre cifrado.
Acompañándose de arpas celestiales,
3
cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
Maravillas sin cuento has realizado,
Señor Dios, dueño de todo;
recto y fiel es tu proceder,
rey de las naciones.
4
¿Cómo no temerte, Señor?
¿Cómo no engrandecerte?
Sóloeres santo.
Todas las naciones
vendrán a postrarse ante ti,
porque tus designios de salvación
se han hecho manifiestos.


Los ángeles de las siete calamidades

5
Después de esto, vi cómo se abría en el cielo la puerta de la Tienda del testimonio.
6
Y los siete ángeles que llevaban las siete calamidades salieron del Templo vestidos con sus resplandecientes túnicas de lino puro, y con su pecho ceñido de bandas doradas.
7
Vi cómo uno de los cuatro seres vivientes entregaba a los siete ángeles siete copas de oro llenas a rebosar del furor del Dios que vive para siempre.
8
El Templo se llenó del humo de la gloria y del poder de Dios, sin que nadie pudiera entrar allí mientras no se consumaran las siete calamidades que llevaban los siete ángeles.