- Resucitados a una vida nueva
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- ¿Querrá todo esto decir que debemos seguir pecando para que se desborde la gracia?
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- ¡De ningún modo! Quienes hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo sometidos a él?
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- ¿No saben ustedes que, al ser vinculados a Cristo por el bautismo, fuimos vinculados también a su muerte?
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- Por el bautismo, en efecto, fuimos sepultados con Cristo, a fin de participar en su muerte.
Por tanto, si Cristo venció a la muerte resucitando por el glorioso poder del Padre, es preciso que también nosotros emprendamos una vida nueva.
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- Si hemos sido injertados en Cristo compartiendo una muerte como la suya, compartiremos, también su resurrección.
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- Tengan en cuenta que nuestra antigua condición pecadora fue clavada junto con Cristo en la cruz, para que así quedara destruido este cuerpo sometido al pecado y nosotros quedáramos liberados de su servidumbre.
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- Pues cuando una persona muere, queda libre del dominio del pecado.
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- Si, pues, hemos muerto con Cristo, debemos confiar en que también viviremos con él;
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- sabemos, en efecto, que Cristo, al haber resucitado de entre los muertos es ya inmortal;
la muerte ha perdido su dominio sobre él.
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- En cuanto a la razón de su muerte, murió para liberarnos definitivamente del pecado;
en lo que se refiere a su vivir, vive para Dios.
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- Igualmente ustedes, consideren que han muerto al pecado y viven para Dios en unión con Cristo Jesús.
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- Que no los siga dominando el pecado;
aunque el cuerpo sea mortal, no se sometan a sus apetencias,
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- ni se conviertan en instrumentos del mal al servicio del pecado.
Preséntense, más bien, ante Dios como lo que son: muertos retornados a la vida, y hagan de sus cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios.
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- No se dejen dominar por el pecado, ya que no están bajo el yugo de la ley, sino bajo la acción de la gracia.
Libres del pecado
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- Entonces, ¿qué? Porque ya no estemos bajo el yugo de la ley, sino bajo la acción de la gracia, ¿habremos de pecar sin miramientos? ¡De ningún modo!
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- Saben de sobra que, si se ponen al servicio de alguien dispuestos a obedecerle, se convierten en sus esclavos: esclavos del pecado que los llevará a la muerte, o bien esclavos de la obediencia a Dios que los restablecerá en su amistad.
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- Gracias a Dios, ustedes, que eran en otro tiempo esclavos del pecado, se han sometido de todo corazón al modelo de enseñanza que les ha sido transmitido.
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- Liberados del pecado, se han puesto al servicio del bien.
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- Les estoy hablando con un lenguaje corriente en atención a la debilidad de su condición humana.
Así pues, lo mismo que en otro tiempo se hicieron esclavos del vicio y la maldad enfangándose en el mal, háganse ahora esclavos del bien, consagrándose a Dios.
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- Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no se consideraban obligados a practicar el bien.
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- ¿Y cuál fue el resultado? Vergüenza les da a ustedes decirlo, porque todo desembocó en la muerte.
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- Pero ahora han sido liberados del pecado, son siervos de Dios, han sido consagrados a él y tienen como meta la vida eterna.
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- Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don que Dios nos hace es la vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.
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