- Pablo defiende su ministerio
- 1
- Por la ternura y la bondad de Cristo, yo, Pablo, apelo a ustedes personalmente;
yo mismo que, según dicen, soy tímido cuando me encuentro cara a cara con ustedes pero atrevido cuando estoy lejos.
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- Les ruego que cuando vaya no tenga que ser tan atrevido como me he propuesto ser con algunos que opinan que vivimos según criterios meramente *humanos,
- 3
- pues aunque vivimos en el *mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo.
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- Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.
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- Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.
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- Y estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia una vez que yo pueda contar con la completa obediencia de ustedes.
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- Fíjense en lo que está a la vista.
Si alguno está convencido de ser de Cristo, considere esto de nuevo: nosotros somos tan de Cristo como él.
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- No me avergonzaré de *jactarme de nuestra autoridad más de la cuenta, autoridad que el Señor nos ha dado para la edificación y no para la destrucción de ustedes.
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- No quiero dar la impresión de que trato de asustarlos con mis cartas,
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- pues algunos dicen: «Sus cartas son duras y fuertes, pero él en persona no impresiona a nadie, y como orador es un fracaso.»
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- Tales personas deben darse cuenta de que lo que somos por escrito estando ausentes, lo seremos con hechos estando presentes.
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- No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos.
Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen.
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- Nosotros, por nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido.
Nos limitaremos al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también ustedes están incluidos.
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- Si no hubiéramos estado antes entre ustedes, se podría alegar que estamos rebasando estos límites, cuando lo cierto es que fuimos los primeros en llevarles el *evangelio de Cristo.
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- No nos jactamos desmedidamente a costa del trabajo que otros han hecho.
Al contrario, esperamos que, según vaya creciendo la fe de ustedes, también nuestro campo de acción entre ustedes se amplíe grandemente,
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- para poder predicar el evangelio más allá de sus regiones, sin tener que jactarnos del trabajo ya hecho por otros.
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- Más bien, «Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor».
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- Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo sino aquel a quien recomienda el Señor.
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