Oración de Daniel

1
1-2
»Corría el primer año del reinado de Darío hijo de Jerjes, un medo que llegó a ser rey de los *babilonios, cuando yo, Daniel, logré entender ese pasaje de las Escrituras donde el Señor le comunicó al profeta Jeremías que la desolación de Jerusalén duraría setenta años.
3
Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios.
Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas.
4
Ésta fue la oración y confesión que le hice:
»“Señor, Dios grande y terrible, que cumples tu *pacto de fidelidad con los que te aman y obedecen tus mandamientos:
5
Hemos pecado y hecho lo malo;
hemos sido malvados y rebeldes;
nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus *leyes.
6
No hemos prestado atención a tus siervos los profetas, que en tu *nombre hablaron a nuestros reyes y príncipes, a nuestros antepasados y a todos los habitantes de la tierra.
7
» ”Tú, Señor, eres justo.
Nosotros, en cambio, somos motivo de vergüenza en este día;
nosotros, pueblo de Judá, habitantes de Jerusalén y de todo Israel, tanto los que vivimos cerca como los que se hallan lejos, en todos los países por los que nos has dispersado por haberte sido infieles.
8
» ”Señor, tanto nosotros como nuestros reyes y príncipes, y nuestros antepasados, somos motivo de vergüenza por haber pecado contra ti.
9
Pero aun cuando nos hemos rebelado contra ti, tú, Señor nuestro, eres un Dios compasivo y perdonador.
10
» ”Señor y Dios nuestro, no hemos obedecido ni seguido tus leyes, las cuales nos diste por medio de tus siervos los profetas.
11
Todo Israel se ha apartado de tu ley y se ha negado a obedecerte.
Por eso, porque pecamos contra ti, nos han sobrevenido las maldiciones que nos anunciaste, las cuales están escritas en la ley de tu siervo Moisés.
12
» ”Tú has cumplido las advertencias que nos hiciste, a nosotros y a nuestros gobernantes, y has traído sobre nosotros esta gran calamidad.
¡Jamás ha ocurrido bajo el cielo nada semejante a lo que sucedió con Jerusalén!
13
» ”Señor y Dios, todo este desastre ha venido sobre nosotros, tal y como está escrito en la ley de Moisés, y ni aun así hemos buscado tu favor.
No nos hemos apartado de nuestros pecados ni hemos procurado entender tu verdad.
14
» ”Tú, Señor y Dios nuestro, dispusiste esta calamidad y la has dejado caer sobre nosotros, porque eres justo en todos tus actos.
¡A pesar de todo, no te hemos obedecido!
15
» ”Señor y Dios nuestro, que con mano poderosa sacaste de Egipto a tu pueblo y te has hecho famoso, como hoy podemos ver: ¡Hemos pecado;
hemos hecho lo malo!
16
Aparta tu ira y tu furor de Jerusalén, como corresponde a tus actos de *justicia.
Ella es tu ciudad y tu monte *santo.
Por nuestros pecados, y por la iniquidad de nuestros antepasados, Jerusalén y tu pueblo son objeto de burla de cuantos nos rodean.
17
» ”Y ahora, Dios y Señor nuestro, escucha las oraciones y súplicas de este siervo tuyo.
Haz honor a tu nombre y mira con amor a tu santuario, que ha quedado desolado.
18
Préstanos oído, Dios nuestro;
abre los ojos y mira nuestra desolación y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre.
Al hacerte estas peticiones, no apelamos a nuestra rectitud sino a tu gran misericordia.
19
¡Señor, escúchanos! ¡Señor, perdónanos! ¡Señor, atiéndenos y actúa! Dios mío, haz honor a tu nombre y no tardes más;
¡tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo!”


Las setenta semanas

20
»Yo seguí hablando y orando al Señor mi Dios.
Le confesé mi pecado y el de mi pueblo Israel, y le supliqué en favor de su *santo monte.
21
Se acercaba la hora del sacrificio vespertino.
Y mientras yo seguía orando, el ángel Gabriel, a quien había visto en mi visión anterior, vino en raudo vuelo a verme
22
y me hizo la siguiente aclaración:
»“Daniel, he venido en este momento para que entiendas todo con claridad.
23
Tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración.
He venido a decírtelo porqueeres muy apreciado.
Presta, pues, atención a mis palabras, para que entiendas la visión.
24
» ”Setenta semanas han sido decretadas para que tu pueblo y tu santa ciudad pongan fin a sus transgresiones y pecados, pidan perdón por su maldad, establezcan para siempre la justicia, sellen la visión y la profecía, y consagren el lugar santísimo.
25
» ”Entiende bien lo siguiente: Habrá siete semanas desde la promulgación del decreto que ordena la reconstrucción de Jerusalén hasta la llegada del príncipe elegido.
Después de eso, habrá sesenta y dos semanas más.
Entonces será reconstruida Jerusalén, con sus calles y murallas.
Pero cuando los tiempos apremien,
26
después de las sesenta y dos semanas, se le quitará la vida al príncipe elegido.
Éste se quedará sin ciudad y sin santuario, porque un futuro gobernante los destruirá.
El fin vendrá como una inundación, y la destrucción no cesará hasta que termine la guerra.
27
Durante una semana ese gobernante hará un pacto con muchos, pero a media semana pondrá fin a los sacrificios y ofrendas.
Sobre una de las alas del templo cometerá horribles sacrilegios, hasta que le sobrevenga el desastroso fin que le ha sido decretado.” »