- Señor del sábado
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- Un *sábado, al pasar Jesús por los sembrados, sus discípulos se pusieron a arrancar unas espigas de trigo, y las desgranaban para comérselas.
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- Por eso algunos de los *fariseos les dijeron:
—¿Por qué hacen ustedes lo que está prohibido hacer en sábado?
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- Jesús les contestó:
—¿Nunca han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre?
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- Entró en la casa de Dios y, tomando los panes consagrados a Dios, comió lo que sólo a los sacerdotes les es permitido comer.
Y les dio también a sus compañeros.
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- Entonces añadió:
—El Hijo del hombre es Señor del sábado.
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- Otro sábado entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada;
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- así que los *maestros de la ley y los fariseos, buscando un motivo para acusar a Jesús, no le quitaban la vista de encima para ver si sanaría en sábado.
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- Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, le dijo al hombre de la mano paralizada:
—Levántate y ponte frente a todos. Así que el hombre se puso de pie. Entonces Jesús dijo a los otros:
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- —Voy a hacerles una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal, salvar una *vida o destruirla?
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- Jesús se quedó mirando a todos los que lo rodeaban, y le dijo al hombre:
—Extiende la mano. Así lo hizo, y la mano le quedó restablecida.
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- Pero ellos se enfurecieron y comenzaron a discutir qué podrían hacer contra Jesús.
Los doce apóstoles
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- Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios.
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- Al llegar la mañana, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que nombró apóstoles:
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- Simón (a quien llamó Pedro), su hermano Andrés, *Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé,
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- Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón, al que llamaban el Zelote,
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- Judas hijo de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.
Bendiciones y ayes
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- Luego bajó con ellos y se detuvo en un llano.
Había allí una gran multitud de sus discípulos y mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón,
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- que habían llegado para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.
Los que eran atormentados por *espíritus malignos quedaban liberados;
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- así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos.
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- Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo:
«*Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.
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- Dichosos ustedes que ahora pasan hambre,
porque serán saciados. Dichosos ustedes que ahora lloran, porque luego habrán de reír.
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- Dichosos ustedes cuando los odien,
cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre.
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- »Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo.
Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los profetas.
- 24
- »Pero ¡ay de ustedes los ricos,
porque ya han recibido su consuelo!
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- ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados,
porque sabrán lo que es pasar hambre! ¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque sabrán lo que es derramar lágrimas!
- 26
- ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.
El amor a los enemigos
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- »Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,
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- bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan.
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- Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra.
Si alguien te quita la *camisa, no le impidas que se lleve también la capa.
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- Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames.
- 31
- Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.
- 32
- »¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los *pecadores lo hacen así.
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- ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así.
- 34
- ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato.
- 35
- Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio.
Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.
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- Sean compasivos, así como su Padre es compasivo.
El juzgar a los demás
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- »No juzguen, y no se les juzgará.
No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará.
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- Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante.
Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.»
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- También les contó esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?
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- El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro.
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- »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo?
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- ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡*Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.
El árbol y su fruto
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- »Ningún árbol bueno da fruto malo;
tampoco da buen fruto el árbol malo.
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- A cada árbol se le reconoce por su propio fruto.
No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
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- El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien;
pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.
El prudente y el insensato
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- »¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?
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- Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica:
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- Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca.
De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida.
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- Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos.
Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó, y el desastre fue terrible.»
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