- Una mujer unge a Jesús en Betania
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- Faltaban sólo dos días para la Pascua y para la fiesta de los Panes sin levadura.
Los jefes de los sacerdotes y los *maestros de la ley buscaban con artimañas cómo arrestar a Jesús para matarlo.
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- Por eso decían: «No durante la fiesta, no sea que se amotine el pueblo.»
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- En Betania, mientras estaba él *sentado a la mesa en casa de Simón llamado el leproso, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy costoso, hecho de nardo puro.
Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
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- Algunos de los presentes comentaban indignados:
—¿Para qué este desperdicio de perfume?
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- Podía haberse vendido por muchísimo dinero para darlo a los pobres.
Y la reprendían con severidad.
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- —Déjenla en paz —dijo Jesús—.
¿Por qué la molestan? Ella ha hecho una obra hermosa conmigo.
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- A los pobres siempre los tendrán con ustedes, y podrán ayudarlos cuando quieran;
pero a mí no me van a tener siempre.
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- Ella hizo lo que pudo.
Ungió mi cuerpo de antemano, preparándolo para la sepultura.
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- Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el *evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo.
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- Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús.
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- Ellos se alegraron al oírlo, y prometieron darle dinero.
Así que él buscaba la ocasión propicia para entregarlo.
La Cena del Señor
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- El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, cuando se acostumbraba sacrificar el cordero de la Pascua, los discípulos le preguntaron a Jesús:
—¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?
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- Él envió a dos de sus discípulos con este encargo:
—Vayan a la ciudad y les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo,
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- y allí donde entre díganle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?”
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- Él les mostrará en la planta alta una sala amplia, amueblada y arreglada.
Preparen allí nuestra cena.
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- Los discípulos salieron, entraron en la ciudad y encontraron todo tal y como les había dicho Jesús.
Así que prepararon la Pascua.
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- Al anochecer llegó Jesús con los doce.
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- Mientras estaban *sentados a la mesa comiendo, dijo:
—Les aseguro que uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a traicionar.
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- Ellos se pusieron tristes, y uno tras otro empezaron a preguntarle:
—¿Acaso seré yo?
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- —Es uno de los doce —contestó—, uno que moja el pan conmigo en el plato.
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- A la verdad, el Hijo del hombre se irá tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
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- Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo.
Luego lo partió y se lo dio a ellos, diciéndoles: —Tomen; esto es mi cuerpo.
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- Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.
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- —Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos —les dijo—.
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- Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.
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- Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro
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- —Todos ustedes me abandonarán —les dijo Jesús—, porque está escrito:
»“Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas.”
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- Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
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- —Aunque todos te abandonen, yo no —declaró Pedro.
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- —Te aseguro —le contestó Jesús— que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces.
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- —Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro con vehemencia—, jamás te negaré.
Y los demás dijeron lo mismo.
Getsemaní
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- Fueron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí mientras yo oro.»
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- Se llevó a Pedro, a *Jacobo y a Juan, y comenzó a sentir temor y tristeza.
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- «Es tal la angustia que me invade que me siento morir —les dijo—.
Quédense aquí y vigilen.»
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- Yendo un poco más allá, se postró en tierra y empezó a orar que, de ser posible, no tuviera él que pasar por aquella hora.
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- Decía: «*Abba, Padre, todo es posible para ti.
No me hagas beber este trago amargo, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
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- Luego volvió a sus discípulos y los encontró dormidos.
«Simón —le dijo a Pedro—, ¿estás dormido? ¿No pudiste mantenerte despierto ni una hora?
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- Vigilen y oren para que no caigan en *tentación.
El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.»
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- Una vez más se retiró e hizo la misma oración.
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- Cuando volvió, los encontró dormidos otra vez, porque se les cerraban los ojos de sueño.
No sabían qué decirle.
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- Al volver por tercera vez, les dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? ¡Se acabó! Ha llegado la hora.
Miren, el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de *pecadores.
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- ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!»
Arresto de Jesús
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- Todavía estaba hablando Jesús cuando de repente llegó Judas, uno de los doce.
Lo acompañaba una turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes, los *maestros de la ley y los *ancianos.
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- El traidor les había dado esta contraseña: «Al que yo le dé un beso, ése es;
arréstenlo y llévenselo bien asegurado.»
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- Tan pronto como llegó, Judas se acercó a Jesús.
—¡Rabí! —le dijo, y lo besó.
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- Entonces los hombres prendieron a Jesús.
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- Pero uno de los que estaban ahí desenfundó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.
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- —¿Acaso soy un bandido —dijo Jesús—, para que vengan con espadas y palos a arrestarme?
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- Día tras día estaba con ustedes, enseñando en el *templo, y no me prendieron.
Pero es preciso que se cumplan las Escrituras.
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- Entonces todos lo abandonaron y huyeron.
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- Cierto joven que se cubría con sólo una sábana iba siguiendo a Jesús.
Lo detuvieron,
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- pero él soltó la sábana y escapó desnudo.
Jesús ante el Consejo
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- Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y se reunieron allí todos los jefes de los sacerdotes, los *ancianos y los *maestros de la ley.
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- Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote.
Allí se sentó con los guardias, y se calentaba junto al fuego.
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- Los jefes de los sacerdotes y el *Consejo en pleno buscaban alguna prueba contra Jesús para poder condenarlo a muerte, pero no la encontraban.
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- Muchos testificaban falsamente contra él, pero sus declaraciones no coincidían.
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- Entonces unos decidieron dar este falso testimonio contra él:
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- —Nosotros le oímos decir: “Destruiré este *templo hecho por hombres y en tres días construiré otro, no hecho por hombres.”
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- Pero ni aun así concordaban sus declaraciones.
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- Poniéndose de pie en el medio, el sumo sacerdote interrogó a Jesús:
—¿No tienes nada que contestar? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra?
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- Pero Jesús se quedó callado y no contestó nada.
—¿Eres el *Cristo, el Hijo del Bendito? —le preguntó de nuevo el sumo sacerdote.
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- —Sí, yo soy —dijo Jesús—.
Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la *derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.
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- —¿Para qué necesitamos más testigos? —dijo el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—.
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- ¡Ustedes han oído la *blasfemia! ¿Qué les parece?
Todos ellos lo condenaron como digno de muerte.
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- Algunos comenzaron a escupirle;
le vendaron los ojos y le daban puñetazos. —¡Profetiza! —le gritaban. Los guardias también le daban bofetadas.
Pedro niega a Jesús
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- Mientras Pedro estaba abajo en el patio, pasó una de las criadas del sumo sacerdote.
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- Cuando vio a Pedro calentándose, se fijó en él.
—Tú también estabas con ese nazareno, con Jesús —le dijo ella.
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- Pero él lo negó:
—No lo conozco. Ni siquiera sé de qué estás hablando. Y salió afuera, a la entrada.
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- Cuando la criada lo vio allí, les dijo de nuevo a los presentes:
—Éste es uno de ellos.
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- Él lo volvió a negar.
Poco después, los que estaban allí le dijeron a Pedro: —Seguro que tú eres uno de ellos, pues eres galileo.
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- Él comenzó a echarse maldiciones.
—¡No conozco a ese hombre del que hablan! —les juró.
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- Al instante un gallo cantó por segunda vez.
Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces.» Y se echó a llorar.
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