- El fuego del Señor en Taberá
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- Un día, el pueblo se quejó de sus penalidades que estaba sufriendo.
Al oírlos el Señor, ardió en ira y su fuego consumió los alrededores del campamento.
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- Entonces el pueblo clamó a Moisés, y éste oró al Señor por ellos y el fuego se apagó.
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- Por eso aquel lugar llegó a ser conocido como Taberá, pues el fuego del Señor ardió entre ellos.
Queja del pueblo en Quibrot Hatavá
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- Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz.
Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne!
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- ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos!
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- Pero ahora, tenemos reseca la garganta;
¡y no vemos nada que no sea este maná!»
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- A propósito, el maná se parecía a la semilla del cilantro y brillaba como la resina.
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- El pueblo salía a recogerlo, y lo molía entre dos piedras, o bien lo machacaba en morteros, y lo cocía en una olla o hacía pan con él.
Sabía a pan amasado con aceite.
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- Por la noche, cuando el rocío caía sobre el campamento, también caía el maná.
Queja de Moisés en Quibrot Hatavá
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- Moisés escuchó que las familias del pueblo lloraban, cada una a la entrada de su tienda, con lo cual hacían que la ira del Señor se encendiera en extremo.
Entonces, muy disgustado,
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- Moisés oró al Señor:
—Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo?
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- ¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados?
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- Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne.
¿De dónde voy a sacarla?
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- Yo solo no puedo con todo este pueblo.
¡Es una carga demasiado pesada para mí!
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- Si éste es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia!
El Señor le responde a Moisés
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- El Señor le respondió a Moisés:
—Tráeme a setenta *ancianos de Israel, y asegúrate de que sean ancianos y gobernantes del pueblo. Llévalos a la *Tienda de reunión, y haz que esperen allí contigo.
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- Yo descenderé para hablar contigo, y compartiré con ellos el Espíritu que está sobre ti, para que te ayuden a llevar la carga que te significa este pueblo.
Así no tendrás que llevarla tú solo.
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- »Al pueblo sólo le dirás lo siguiente: “*Santifíquense para mañana, pues van a comer carne.
Ustedes lloraron ante el Señor, y le dijeron: ‘¡Quién nos diera carne! ¡En Egipto la pasábamos mejor!’ Pues bien, el Señor les dará carne, y tendrán que comérsela.
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- No la comerán un solo día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte,
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- sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y les provoque náuseas.
Y esto, por haber despreciado al Señor, que está en medio de ustedes, y por haberle llorado, diciendo: ‘¿Por qué tuvimos que salir de Egipto?’”
La palabra de Dios se cumple
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- Moisés replicó:
—Me encuentro en medio de un ejército de seiscientos mil hombres, ¿y tú hablas de darles carne todo un mes?
- 22
- Aunque se les degollaran rebaños y manadas completas, ¿les alcanzaría? Y aunque se les pescaran todos los peces del mar, ¿eso les bastaría?
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- El Señor le respondió a Moisés:
—¿Acaso el poder del Señor es limitado? ¡Pues ahora verás si te cumplo o no mi palabra!
- 24
- Moisés fue y le comunicó al pueblo lo que el Señor le había dicho.
Después juntó a setenta *ancianos del pueblo, y se quedó esperando con ellos alrededor de la *Tienda de reunión.
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- El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta ancianos el Espíritu que estaba sobre él.
Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse.
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- Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento.
Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu descansó sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del campamento.
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- Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
—¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento!
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- Josué hijo de Nun, uno de los siervos escogidos de Moisés, exclamó:
—¡Moisés, señor mío, deténlos!
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- Pero Moisés le respondió:
—¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!
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- Entonces Moisés y los ancianos regresaron al campamento.
Las codornices
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- El Señor desató un viento que trajo codornices del mar y las dejó caer sobre el campamento.
Las codornices cubrieron los alrededores del campamento, en una superficie de casi un día de camino y a una altura de casi un metro sobre la superficie del suelo.
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- El pueblo estuvo recogiendo codornices todo ese día y toda esa noche, y todo el día siguiente.
¡Ninguno recogió menos de dos toneladas! Después las distribuyeron por todo el campamento.
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- Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con gran mortandad.
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- Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón.
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- Desde Quibrot Hatavá el pueblo partió rumbo a Jazerot, y allí se quedó.
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