- Jeremías se Opone a la Huida a Egipto
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- Entonces se acercaron todos los jefes de las tropas, Johanán, hijo de Carea, Jezanías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,
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- y dijeron al profeta Jeremías: “Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al Señor tu Dios por nosotros, por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos,
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- para que el Señor tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer.”
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- Entonces el profeta Jeremías les dijo: “ Los he oído.
Voy a orar al Señor su Dios conforme a sus palabras, y todas las palabras que el Señor les responda, yo se las declararé. No les ocultaré palabra alguna.”
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- Y ellos dijeron a Jeremías: “Que el Señor sea un testigo veraz y fiel contra nosotros si no obramos conforme a toda palabra que el Señor tu Dios te mande para nosotros.
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- Sea buena o mala, escucharemos la voz del Señor nuestro Dios a quien te enviamos, para que nos vaya bien cuando escuchemos la voz del Señor nuestro Dios.”
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- Después de diez días, vino la palabra del Señor a Jeremías.
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- Entonces llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los jefes de las tropas que estaban con él, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,
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- y Jeremías les dijo: “Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviaron para presentar delante de El la súplica de ustedes:
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- ‘Si se quedan en esta tierra, entonces los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré, porque estoy arrepentido del mal que les he hecho.
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- No teman al rey de Babilonia, a quien temen;
no le teman,’ declara el Señor, ‘porque Yo estoy con ustedes para salvarlos y librarlos de su mano.
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- También tendré compasión de ustedes, para que él les tenga compasión y los restaure a la tierra de ustedes.
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- Pero si dicen: “No nos quedaremos en esta tierra,” no obedeciendo así la voz del Señor su Dios,
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- y dicen: “No, sino que iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allí nos quedaremos”;
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- en este caso, oigan la palabra del Señor, remanente de Judá.
Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Si se obstinan en entrar en Egipto, y entran para residir allí,
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- entonces sucederá que la espada que ustedes temen, los alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre que les preocupa, les seguirá de cerca allí en Egipto, y allí morirán.
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- “Así pues, todos los hombres que se obstinen en ir a Egipto para residir allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia.
No les quedará sobreviviente ni quien escape del mal que voy a traer sobre ellos.”’”
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- Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Como se derramó Mi ira y Mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará Mi furor sobre ustedes cuando entren en Egipto.
Y serán motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio, y no verán más este lugar.”
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- El Señor les ha hablado, remanente de Judá: “No entren en Egipto.” Sépanlo bien, que hoy lo he declarado contra ustedes.
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- Porque se engañan a sí mismos, pues ustedes fueron los que me enviaron al Señor su Dios, diciendo: “Ruega por nosotros al Señor nuestro Dios, y lo que el Señor nuestro Dios diga, nos lo haces saber y lo haremos.”
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- Y hoy se lo he declarado, pero no han escuchado la voz del Señor su Dios, ni en cosa alguna de lo que El me ha enviado a decir les.
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- Ahora pues, sépanlo bien, que morirán a espada, de hambre y de pestilencia en el lugar adonde desean ir a residir.
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