- Parábola de la Viuda y el Juez Injusto
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- Jesús les contó una parábola para enseñar les que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer:
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- “Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno.
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- También había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente , diciendo: ‘Hágame usted justicia de mi adversario.’
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- Por algún tiempo el juez no quiso, pero después dijo para sí: ‘Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno,
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- sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia;
no sea que por venir continuamente me agote la paciencia.’”
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- El Señor dijo: “Escuchen lo que dijo el juez injusto.
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- ¿Y no hará Dios justicia a Sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?
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- Les digo que pronto les hará justicia.
No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?”
Parábola del Fariseo y el Publicano
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- Dijo también Jesús esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás:
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- “Dos hombres subieron al templo a orar;
uno era Fariseo y el otro recaudador de impuestos.
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- El Fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros;
ni aun como este recaudador de impuestos.
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- Yo ayuno dos veces por semana;
doy el diezmo de todo lo que gano.’
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- Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador.’
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- Les digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no;
porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido.”
Jesús y los Niños
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- Y traían a Jesús aun a los niños muy pequeños para que los tocara.
Al ver esto los discípulos, los reprendían.
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- Pero Jesús, llamándolos a su lado, dijo: “Dejen que los niños vengan a Mí, y no se lo impidan, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.
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- En verdad les digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”
El Joven Rico
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- Cierto hombre prominente Le preguntó a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”
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- Jesús le respondió: “¿Por qué Me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.
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- Tú sabes los mandamientos: ‘No cometas adulterio, No mates, No hurtes, No des falso testimonio, Honra a tu padre y a tu madre.’”
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- “Todo esto lo he guardado desde mi juventud,” dijo el hombre.
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- Cuando Jesús oyó esto , le dijo: “Te falta todavía una cosa;
vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.”
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- Pero al oír esto, se puso muy triste, pues era sumamente rico.
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- Mirándolo Jesús, dijo: “¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas!
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- Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.”
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- Los que oyeron esto , dijeron: “¿Y quién podrá salvarse?”
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- “Lo imposible para los hombres es posible para Dios,” respondió Jesús.
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- Y Pedro dijo: “Nosotros hemos dejado todo y Te hemos seguido.”
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- Entonces El les contestó: “En verdad les digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres o hijos por la causa del reino de Dios,
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- que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero, la vida eterna.”
Jesús Anuncia Su Muerte por Tercera Vez
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- Tomando aparte a los doce discípulos , Jesús les dijo: “Miren, subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que están escritas por medio de los profetas acerca del Hijo del Hombre.
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- Pues será entregado a los Gentiles, y será objeto de burla, afrentado y escupido;
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- y Lo azotarán, y después Lo matarán, y al tercer día resucitará.”
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- Pero ellos no comprendieron nada de esto.
Este dicho les estaba encubierto, y no entendían lo que se les decía.
Curación de un Ciego
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- Aconteció que al acercarse Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando.
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- Al oír que pasaba una multitud, preguntaba qué era aquello.
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- Y le informaron que pasaba Jesús de Nazaret.
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- Entonces gritó: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”
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- Y los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”
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- Jesús se detuvo y ordenó que lo trajeran;
y cuando estuvo cerca, le preguntó:
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- “¿Qué deseas que haga por ti?” “Señor, que recobre la vista,” contestó el ciego.
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- Jesús entonces le dijo: “Recibe la vista, tu fe te ha sanado.”
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- Al instante recobró la vista y Lo seguía glorificando a Dios.
Cuando toda la gente vio aquello , dieron gloria a Dios.
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