- Saúl consulta a una médium
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- Por ese tiempo, los filisteos reunieron sus ejércitos para ir a la guerra contra Israel.
El rey Aquis le dijo a David: —Se espera que tú y tus hombres salgan conmigo a la batalla.
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- —¡Muy bien! —acordó David—.
Ahora comprobarás tú mismo lo que podemos hacer. Después Aquis le dijo a David: —Te haré mi guardaespaldas personal de por vida.
- 3
- Durante ese tiempo, Samuel había muerto y todo Israel había hecho duelo por él.
Fue enterrado en Ramá, su ciudad natal. Saúl había expulsado del territorio de Israel a todos los médiums y a todos los que consultaban los espíritus de los muertos.
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- Los filisteos montaron su campamento en Sunem, y Saúl reunió a todo el ejército de Israel y acampó en Gilboa.
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- Cuando Saúl vio al inmenso ejército filisteo, tuvo miedo y se aterrorizó.
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- Entonces le preguntó al Señor qué debía hacer, pero el Señor rehusó contestarle ya fuera por sueños o por sorteo sagrado o por medio de los profetas.
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- Así que Saúl les dijo a sus consejeros:
—Busquen a una mujer que sea médium, para ir y preguntarle qué hacer. Sus consejeros le respondieron: —Hay una médium en Endor.
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- Entonces Saúl se disfrazó con ropa común en lugar de ponerse las vestiduras reales y fue a la casa de la mujer por la noche, acompañado de dos de sus hombres.
—Tengo que hablar con un hombre que ha muerto —le dijo—. ¿Puedes invocar a su espíritu para mí?
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- —¿Está tratando de que me maten? —preguntó la mujer—.
Usted sabe que Saúl ha expulsado a todos los médiums y a todos los que consultan los espíritus de los muertos. ¿Por qué me tiende una trampa?
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- Pero Saúl le hizo un juramento en el nombre del Señor y le prometió:
—Tan cierto como que el Señor vive, nada malo te pasará por hacerlo.
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- Finalmente, la mujer dijo:
—Bien, ¿el espíritu de quién quiere que invoque? —Llama a Samuel —respondió Saúl.
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- Cuando la mujer vio a Samuel, gritó:
—¡Me engañó! ¡Usted es Saúl!
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- —No tengas miedo —le dijo el rey—.
¿Qué es lo que ves? —Veo a un dios subiendo de la tierra —dijo ella.
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- —¿Qué aspecto tiene? —preguntó Saúl.
—Es un hombre anciano envuelto en un manto —le contestó ella. Saúl se dio cuenta de que era Samuel, y se postró en el suelo delante de él.
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- —¿Por qué me molestas, llamándome a regresar? —le preguntó Samuel a Saúl.
—Porque estoy en graves dificultades —contestó Saúl—. Los filisteos están en guerra conmigo y Dios me ha dejado y no me responde ni por medio de profetas ni por sueños, entonces te llamé para que me digas qué hacer.
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- Pero Samuel respondió:
—¿Por qué me preguntas a mí, si el Señor te abandonó y se ha vuelto tu enemigo?
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- El Señor ha hecho exactamente lo que dijo que haría.
Te ha arrancado el reino y se lo dio a tu rival, David.
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- Hoy el Señor te ha hecho esto porque rehusaste llevar a cabo su ira feroz contra los amalecitas.
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- Además, el Señor te entregará a ti y al ejército de Israel en manos de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estarán aquí conmigo.
El Señor derribará al ejército de Israel y caerá derrotado.
- 20
- Entonces Saúl cayó al suelo cuan largo era, paralizado por el miedo a causa de las palabras de Samuel.
También estaba desfallecido de hambre, porque no había comido nada en todo el día ni en toda la noche.
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- Cuando la mujer lo vio tan deshecho, le dijo:
—Señor, obedecí sus órdenes a riesgo de mi vida.
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- Ahora haga lo que digo, y déjeme que le dé algo de comer para que pueda recuperar sus fuerzas para el viaje de regreso.
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- Pero Saúl se negó a comer.
Entonces sus consejeros también le insistieron que comiera. Así que finalmente cedió, se levantó del suelo y tomó asiento.
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- La mujer había estado engordando un becerro, así que fue con rapidez y lo mató.
Tomó un poco de harina, la amasó y horneó pan sin levadura.
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- Entonces les llevó la comida a Saúl y a sus consejeros, y comieron.
Después salieron en la oscuridad de la noche.
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