- La gloria del Señor vuelve al templo
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- Después el hombre me llevó de regreso a la puerta oriental.
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- De pronto, la gloria del Dios de Israel apareció desde el oriente.
El sonido de su venida era como el rugir de aguas torrentosas y todo el paisaje resplandeció con su gloria.
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- Esta visión fue igual a las otras que yo había tenido, primero junto al río Quebar y después cuando él vino a destruir Jerusalén.
Caí con el rostro en tierra
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- y la gloria del Señor entró al templo por la puerta oriental.
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- Luego el Espíritu me levantó y me llevó al atrio interior, y la gloria del Señor llenó el templo.
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- Entonces oí que alguien me hablaba desde el interior del templo, mientras el hombre que tomaba las medidas se ponía a mi lado.
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- El Señor me dijo: «Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono y el lugar donde pondré los pies.
Viviré aquí para siempre, entre los israelitas. Ni ellos ni sus reyes volverán a profanar mi santo nombre cometiendo adulterio al rendir culto a otros dioses y honrando las reliquias de sus reyes ya muertos.
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- Colocaron los altares para sus ídolos junto a mi altar, con solo un muro de separación entre ellos y yo.
Profanaron mi santo nombre con ese pecado tan detestable, por eso los consumí en mi enojo.
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- Que dejen ya de rendir culto a otros dioses y de honrar las reliquias de sus reyes, y yo viviré entre ellos para siempre.
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- »Hijo de hombre, describe al pueblo de Israel el templo que te he mostrado, para que ellos se avergüencen de todos sus pecados.
Deja que estudien el plano del templo
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- y se avergonzarán de lo que hicieron.
Descríbeles todas las especificaciones del templo —incluidas las entradas y las salidas— y todos los demás detalles. Háblales de los decretos y las leyes del templo. Escribe todas las especificaciones y los decretos mientras ellos observan, para que sin falta los recuerden y los sigan.
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- Esta es la ley fundamental del templo: ¡santidad absoluta! Toda la cumbre del monte donde está el templo es santa.
Sí, esta es la ley fundamental del templo.
El altar
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- »Estas son las medidas del altar: alrededor del altar hay una zanja de cincuenta y tres centímetros de profundidad por cincuenta y tres centímetros de ancho, con un reborde de veintitrés centímetros de ancho.
Esta es la altura del altar:
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- desde la zanja, el altar se eleva un metro con diez centímetros hasta una saliente inferior de cincuenta y tres centímetros de ancho, que rodea el altar.
Desde la saliente inferior, el altar se eleva dos metros con diez centímetros hasta la saliente superior, también de cincuenta y tres centímetros de ancho.
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- La parte superior del altar —la plataforma para el fuego— se eleva otros dos metros con diez centímetros y tiene un cuerno hacia arriba en cada una de las cuatro esquinas.
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- La parte superior del altar es cuadrada y mide seis metros con cuarenta centímetros de lado.
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- La saliente superior también forma un cuadrado de siete metros con cuarenta centímetros de lado, tiene una zanja de cincuenta y tres centímetros, un reborde de veintisiete centímetros por alrededor y escalones para subir al altar por el lado oriental».
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- Luego me dijo: «Hijo de hombre, esto dice el Señor Soberano: cuando se construya el altar, estas serán las ordenanzas para quemar las ofrendas y rociar la sangre.
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- En ese tiempo, a los sacerdotes levitas de la familia de Sadoc, quienes ministran delante de mí, se les dará un becerro para la ofrenda por el pecado, dice el Señor Soberano.
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- Tomarás parte de la sangre del animal y con ella untarás los cuatro cuernos del altar, las cuatro esquinas de la saliente superior y el reborde que rodea la saliente.
Esto limpiará el altar y hará expiación por él.
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- Luego tomarás el becerro para la ofrenda por el pecado y lo quemarás en el lugar indicado afuera de la zona del templo.
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- »El segundo día, sacrificarás como ofrenda por el pecado un cabrito que no tenga ningún defecto físico.
Después, nuevamente limpiarás el altar y harás expiación por él, tal como hiciste con el becerro.
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- Cuando hayas terminado con la ceremonia de purificación, ofrecerás otro becerro que no tenga defectos y un carnero perfecto del rebaño.
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- Se los presentarás al Señor, y los sacerdotes los rociarán con sal y los ofrecerán como ofrenda quemada al Señor.
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- »Diariamente, durante siete días, se sacrificarán un cabrito, un becerro y un carnero del rebaño como ofrenda por el pecado.
Esos animales no deberán tener ningún defecto físico.
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- Hazlo diariamente, durante siete días, para limpiar el altar y hacer expiación por él, y así quedará apartado para un uso santo.
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- A partir del octavo día, los sacerdotes sacrificarán a diario sobre el altar las ofrendas quemadas y las ofrendas de paz del pueblo.
Entonces los aceptaré a ustedes. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
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