- José revela su identidad
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- José ya no pudo contenerse.
Había mucha gente en la sala, y él les dijo a sus asistentes: «¡Salgan todos de aquí!». Así que estuvo a solas con sus hermanos en el momento de decirles quién era.
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- Entonces perdió el control y se echó a llorar.
Lloraba con tanta fuerza que los egipcios podían oírlo, y la noticia pronto llegó hasta el palacio del faraón.
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- «¡Soy José! —dijo a sus hermanos—.
¿Vive mi padre todavía?». ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos.
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- «Por favor, acérquense», les dijo.
Entonces ellos se acercaron, y él volvió a decirles: «Soy José, su hermano, a quien ustedes vendieron como esclavo en Egipto.
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- Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido.
Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida.
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- El hambre que ha azotado la tierra estos dos últimos años durará otros cinco años más, y no habrá ni siembra ni siega.
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- Dios me hizo llegar antes que ustedes para salvarles la vida a ustedes y a sus familias, y preservar la vida de muchos más.
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- Por lo tanto, fue Dios quien me envió a este lugar, ¡y no ustedes! Y fue él quien me hizo consejero del faraón, administrador de todo su palacio y gobernador de todo Egipto.
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- »Ahora, ¡apresúrense! Regresen a donde está mi padre y díganle: “Tu hijo José dice: ‘Dios me ha hecho señor de toda la tierra de Egipto.
¡Así que ven a verme de inmediato!
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- Podrás vivir en la región de Gosén, donde estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos, tus rebaños y tus manadas, y todas tus posesiones.
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- Allí te cuidaré, porque aún quedan cinco años de hambre.
De lo contrario, tú, los de tu casa y todos tus animales morirán de hambre’”.
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- »¡Miren! —agregó José—.
Pueden comprobarlo con sus propios ojos, y también puede hacerlo mi hermano Benjamín, ¡que de veras soy José!
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- Díganle a mi padre acerca de la posición de honor que tengo aquí en Egipto.
Descríbanle todo lo que han visto y, después, traigan a mi padre aquí lo más pronto posible».
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- Llorando de alegría, José abrazó a Benjamín, y Benjamín hizo lo mismo.
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- Luego José besó a cada uno de sus hermanos y lloró sobre ellos, y después comenzaron a hablar libremente con él.
El faraón invita a Jacob a Egipto
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- La noticia pronto llegó al palacio del faraón: «¡Han llegado los hermanos de José!».
El faraón y sus funcionarios se alegraron mucho al saberlo.
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- El faraón le dijo a José: «Diles a tus hermanos: “Esto es lo que deben hacer: ¡Apúrense! Carguen sus animales y regresen a la tierra de Canaán.
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- Luego vayan a buscar a su padre y a sus familias y vuelvan aquí.
Yo les daré la mejor tierra en Egipto, y comerán de lo mejor que esa tierra produce”».
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- Después el faraón le dijo a José: «Diles a tus hermanos: “Lleven carros de Egipto para transportar a sus niños y a sus esposas, y traigan a su padre aquí.
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- No se preocupen por sus bienes personales, pues lo mejor de la tierra de Egipto será de ustedes”».
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- Así que los hijos de Jacob hicieron lo que se les dijo.
José les proporcionó carros, tal como el faraón había ordenado, y les dio provisiones para el viaje.
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- A cada uno le dio ropa nueva, pero a Benjamín le dio cinco mudas de ropa y trescientas monedas de plata.
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- También le envió a su padre diez burros cargados con los mejores productos de Egipto, y diez burras cargadas con grano, pan y otras provisiones que necesitaría para el viaje.
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- Entonces José despidió a sus hermanos y, cuando se iban, les dijo: «¡No se peleen por todo esto en el camino!».
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- Y ellos salieron de Egipto y regresaron donde vivía su padre Jacob, en la tierra de Canaán.
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- «¡José todavía vive! —le dijeron a su padre—.
¡Y es el gobernador de toda la tierra de Egipto!». Jacob se quedó atónito al oír la noticia, y no podía creerlo.
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- Sin embargo, cuando le repitieron todo lo que José les había dicho y cuando vio los carros que había enviado para llevarlo, su alma se reanimó.
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- Entonces Jacob exclamó: «¡Debe ser verdad! ¡Mi hijo José está vivo! Tengo que ir y verlo antes de morir».
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