- Discusión acerca del divorcio y del matrimonio
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- Luego Jesús salió de Capernaúm, descendió a la región de Judea y entró en la zona que está al oriente del río Jordán.
Una vez más, las multitudes lo rodearon, y él les enseñaba como de costumbre.
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- Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
—¿Está bien permitir que un hombre se divorcie de su esposa?
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- Jesús les contestó con otra pregunta:
—¿Qué dijo Moisés en la ley sobre el divorcio?
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- —Bueno, él lo permitió —contestaron—.
Dijo que un hombre puede darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla.
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- Jesús les respondió:
—Moisés escribió ese mandamiento solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes,
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- pero desde el principio de la creación “Dios los hizo hombre y mujer”.
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- “Esto explica por qué un hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa,
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- y los dos se convierten en uno solo”.
Como ya no son dos sino uno,
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- que nadie separe lo que Dios ha unido.
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- Más tarde, cuando quedó a solas con sus discípulos en la casa, ellos sacaron el tema de nuevo.
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- Él les dijo: «El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra ella;
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- y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Jesús bendice a los niños
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- Cierto día, algunos padres llevaron a sus niños a Jesús para que los tocara y los bendijera, pero los discípulos regañaron a los padres por molestarlo.
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- Cuando Jesús vio lo que sucedía, se enojó con sus discípulos y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí.
¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños.
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- Les digo la verdad, el que no reciba el reino de Dios como un niño nunca entrará en él».
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- Entonces tomó a los niños en sus brazos y después de poner sus manos sobre la cabeza de ellos, los bendijo.
El hombre rico
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- Cuando Jesús estaba por emprender su camino a Jerusalén, un hombre se le acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
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- —¿Por qué me llamas bueno? —preguntó Jesús—.
Solo Dios es verdaderamente bueno;
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- pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: “No cometas asesinato;
no cometas adulterio; no robes; no des falso testimonio; no estafes a nadie; honra a tu padre y a tu madre”.
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- —Maestro —respondió el hombre—, he obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.
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- Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él.
—Hay una cosa que todavía no has hecho —le dijo—. Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
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- Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones.
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- Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!».
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- Los discípulos quedaron asombrados de sus palabras.
Pero Jesús volvió a decir: «Queridos hijos, es muy difícil entrar en el reino de Dios.
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- De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».
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- Los discípulos quedaron atónitos.
—Entonces, ¿quién podrá ser salvo? —preguntaron.
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- Jesús los miró fijamente y dijo:
—Humanamente hablando, es imposible, pero no para Dios. Con Dios, todo es posible.
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- Entonces Pedro comenzó a hablar.
—Nosotros hemos dejado todo para seguirte —dijo.
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- —Así es —respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o bienes por mi causa y por la Buena Noticia
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- recibirá ahora a cambio cien veces más el número de casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y bienes, junto con persecución;
y en el mundo que vendrá, esa persona tendrá la vida eterna.
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- Pero muchos que ahora son los más importantes en ese día serán los menos importantes, y aquellos que ahora parecen menos importantes en ese día serán los más importantes.
Jesús predice otra vez su muerte
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- Subían rumbo a Jerusalén, y Jesús caminaba delante de ellos.
Los discípulos estaban llenos de asombro y la gente que los seguía, abrumada de temor. Jesús tomó a los doce discípulos aparte y, una vez más, comenzó a describir todo lo que estaba por sucederle.
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- «Escuchen —les dijo—, subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre será traicionado y entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la ley religiosa.
Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los romanos.
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- Se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán con un látigo y lo matarán;
pero después de tres días, resucitará».
Jesús enseña acerca del servicio a los demás
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- Entonces Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron y dijeron:
—Maestro, queremos que nos hagas un favor.
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- —¿Cuál es la petición? —preguntó él.
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- Ellos contestaron:
—Cuando te sientes en tu trono glorioso, nosotros queremos sentarnos en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
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- Jesús les dijo:
—¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber? ¿Acaso pueden ser bautizados con el bautismo de sufrimiento con el cual yo tengo que ser bautizado?
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- —Claro que sí —contestaron ellos—, ¡podemos!
Entonces Jesús les dijo: —Es cierto, beberán de mi copa amarga y serán bautizados con mi bautismo de sufrimiento;
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- pero no me corresponde a mí decir quién se sentará a mi derecha o a mi izquierda.
Dios preparó esos lugares para quienes él ha escogido.
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- Cuando los otros diez discípulos oyeron lo que Santiago y Juan habían pedido, se indignaron.
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- Así que Jesús los reunió a todos y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos.
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- Pero entre ustedes será diferente.
El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente,
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- y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás.
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- Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos».
Jesús sana al ciego Bartimeo
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- Después llegaron a Jericó y mientras Jesús y sus discípulos salían de la ciudad, una gran multitud los siguió.
Un mendigo ciego llamado Bartimeo (hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.
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- Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba cerca, comenzó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
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- «¡Cállate!», muchos le gritaban, pero él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
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- Cuando Jesús lo oyó, se detuvo y dijo: «Díganle que se acerque».
Así que llamaron al ciego. «Anímate —le dijeron—. ¡Vamos, él te llama!».
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- Bartimeo echó a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús.
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- —¿Qué quieres que haga por ti? —preguntó Jesús.
—Mi Rabí —dijo el hombre ciego—, ¡quiero ver!
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- Y Jesús le dijo:
—Puedes irte, pues tu fe te ha sanado. Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
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