Limpieza del sumo sacerdote

1
Entonces el ángel me mostró a Jesúa, el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del Señor.
El Acusador, Satanás, estaba allí a la derecha del ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa.
2
Entonces el Señor le dijo a Satanás: «Yo, el Señor, rechazo tus acusaciones, Satanás.
Así es, el Señor que eligió a Jerusalén te reprende.
Este hombre es como un tizón en llamas que ha sido arrebatado del fuego».
3
La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel.
4
Entonces el ángel dijo a los otros que estaban allí: «Quítenle esa ropa sucia».
Luego se volvió hacia Jesúa y le dijo: «¿Ya ves? He quitado tus pecados y ahora te voy a dar esta ropa nueva y fina».
5
Luego yo dije: «Deben también colocarle un turbante limpio en la cabeza».
Así que ellos le pusieron en la cabeza un turbante sacerdotal limpio y lo vistieron de ropas nuevas, mientras el ángel del Señor permanecía cerca.
6
Entonces el ángel del Señor habló solemnemente a Jesúa y le dijo:
7
«El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Si tú sigues mis caminos y me sirves con cuidado, recibirás autoridad sobre mi templo y sus atrios.
Permitiré que camines entre los otros que están aquí.
8
»”Escúchenme, oh Jesúa, sumo sacerdote, y ustedes los demás sacerdotes.
Ustedes son símbolos de lo que está por venir.
Pronto traeré a mi siervo llamado el Retoño.
9
Miren ahora la joya que he puesto ante Jesúa, una sola piedra con siete facetas.
Grabaré una inscripción en ella, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, y en un solo día quitaré los pecados de esta tierra.
10
»”En ese día, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, cada uno invitará a su vecino a sentarse en paz bajo sus propias vides e higueras”».