LIBRO I
El justo y los pecadores


1
Bienaventurado el hombre
que no anda en compañía de malvados,
ni se detiene a hablar con pecadores,
ni se sienta a conversar con blasfemos.
2
Que, por el contrario,
se deleita en la ley del Señor,
y día y noche medita en ella.
3
Ese hombre es como un árbol
plantado junto a los arroyos:
llegado el momento da su fruto,
y sus hojas no se marchitan.
¡En todo lo que hace, prospera.
4
Con los malvados no pasa lo mismo;
¡son como el tamo que se lleva el viento!
5
Por eso los malvados y pecadores
no tienen arte ni parte en el juicio
ni en las reuniones de los justos.
6
El Señor conoce el camino de los justos,
pero la senda de los malos termina mal.