- La oveja
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- Mientras Jesús enseñaba, se le acercaron muchos de los que cobraban impuestos para el gobierno de Roma, y también otras personas a quienes los fariseos consideraban gente de mala fama.
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- Al ver esto, los fariseos y los maestros de la Ley comenzaron a criticar a Jesús, y decían: «Este hombre es amigo de los pecadores, y hasta come con ellos.»
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- Al oír eso, Jesús les puso este ejemplo:
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- «Si alguno de ustedes tiene cien ovejas, y se da cuenta de que ha perdido una, ¿acaso no deja las otras noventa y nueve en el campo y se va a buscar la oveja perdida?
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- Y cuando la encuentra, la pone en sus hombros
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- y vuelve muy contento con ella.
Después llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la oveja que había perdido!”
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- »De la misma manera, hay más alegría allá en el cielo por una de estas personas que se vuelve a Dios, que por noventa y nueve personas buenas que no necesitan volverse a él.»
La moneda
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- Jesús les puso otro ejemplo:
«¿Qué hará una mujer que, con mucho cuidado, ha guardado diez monedas, y de pronto se da cuenta de que ha perdido una de ellas? De inmediato prenderá las luces y se pondrá a barrer la casa, y buscará en todos los rincones, hasta encontrarla.
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- Y cuando la encuentre, invitará a sus amigas y vecinas y les dirá: “¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la moneda que había perdido!”
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- »De la misma manera, los ángeles de Dios hacen fiesta cuando alguien se vuelve a Dios.»
El padre amoroso
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- Jesús también les dijo:
«Un hombre tenía dos hijos.
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- Un día, el hijo más joven le dijo a su padre: “Papá, dame la parte de tu propiedad que me toca como herencia.” Entonces el padre repartió la herencia entre sus dos hijos.
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- »A los pocos días, el hijo menor vendió lo que su padre le había dado y se fue lejos, a otro país.
Allá se dedicó a darse gusto, haciendo lo malo y gastando todo el dinero.
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- »Ya se había quedado sin nada, cuando comenzó a faltar la comida en aquel país, y el joven empezó a pasar hambre.
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- Entonces buscó trabajo, y el hombre que lo empleó lo mandó a cuidar cerdos en su finca.
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- Al joven le daban ganas de comer aunque fuera la comida con que alimentaban a los cerdos, pero nadie se la daba.
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- »Por fin comprendió lo tonto que había sido, y pensó: “En la finca de mi padre los trabajadores tienen toda la comida que desean, y yo aquí me estoy muriendo de hambre.
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- Volveré a mi casa, y apenas llegue, le diré a mi padre que me he portado muy mal con Dios y con él.
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- Le diré que no merezco ser su hijo, pero que me dé empleo, y que me trate como a cualquiera de sus trabajadores.”
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- Entonces regresó a la casa de su padre.
»Cuando todavía estaba lejos, su padre corrió hacia él lleno de amor, y lo recibió con abrazos y besos.
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- El joven empezó a decirle: “¡Papá, me he portado muy mal contra Dios y contra ti! ¡Ya no merezco ser tu hijo!”
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- »Pero antes de que el muchacho terminara de hablar, el padre llamó a los sirvientes y les dijo: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa y vístanlo.
Pónganle un anillo, y también sandalias.
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- ¡Maten el ternero más gordo y hagamos una gran fiesta,
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- porque mi hijo ha regresado! Es como si hubiera muerto, y ha vuelto a vivir.
Se había perdido y lo hemos encontrado.” »Y comenzó la fiesta.
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- »Mientras tanto, el hijo mayor estaba trabajando en el campo.
Cuando regresó, se acercó a la casa y oyó la música y el baile.
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- Llamó a uno de los sirvientes y le preguntó: “¿Qué pasa?”
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- »El sirviente le dijo: “Es que tu hermano ha vuelto sano y salvo, y tu papá mandó matar el ternero más gordo para hacer una fiesta.”
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- »Entonces el hermano mayor se enojó mucho y no quiso entrar.
Su padre tuvo que salir a rogarle que entrara.
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- Pero él, muy enojado, le dijo: “He trabajado para ti desde hace muchos años, y nunca te he desobedecido;
pero a mí jamás me has dado siquiera un cabrito para que haga una fiesta con mis amigos.
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- ¡Y ahora que vuelve ese hijo tuyo, después de malgastar todo tu dinero con prostitutas, matas para él el ternero más gordo!”
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- »El padre le contestó: “¡Pero hijo! Tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.
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- ¡Cómo no íbamos a hacer una fiesta y alegrarnos por el regreso de tu hermano! Es como si hubiera muerto, pero ha vuelto a vivir;
como si se hubiera perdido, pero lo hemos encontrado.”»
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