- Un capitán romano
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- Cuando Jesús terminó de enseñar a la gente, se fue al pueblo de Cafarnaúm.
- 2
- Allí vivía un capitán del ejército romano, que tenía un sirviente a quien apreciaba mucho.
Ese sirviente estaba muy enfermo y a punto de morir.
- 3
- Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos jefes de los judíos para que lo buscaran y le dijeran: «Por favor, venga usted a mi casa y sane a mi sirviente.»
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- Ellos fueron a ver a Jesús y le dieron el mensaje.
Además, le rogaron: «Por favor, haz lo que te pide este capitán romano. Merece que lo ayudes, porque es un hombre bueno.
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- A los judíos nos trata bien, ¡y hasta mandó construir una sinagoga para nosotros!»
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- Jesús fue con ellos, y cuando estaban cerca de la casa, el capitán romano mandó a unos amigos para que le dijeran a Jesús: «Señor, no se moleste usted por mí, yo no merezco que entre en mi casa.
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- Tampoco me siento digno de ir a verlo yo mismo.
Solamente le ruego que ordene que mi sirviente se sane; yo sé que él quedará completamente sano.
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- Yo estoy acostumbrado a dar órdenes y a obedecerlas.
Cuando le digo a uno de mis soldados: “¡Ve!”, me obedece y va. Si le digo a otro: “¡Ven!”, me obedece y viene. Y si le digo a uno de mis sirvientes: “¡Haz esto!”, lo hace.»
- 9
- Al escuchar las palabras del capitán, Jesús se quedó admirado y les dijo a quienes lo seguían: «En todo Israel no he encontrado a nadie que confíe tanto en mí, como este capitán romano.»
- 10
- Cuando los mensajeros regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
El hijo de una viuda
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- Poco después, Jesús y sus discípulos fueron al pueblo de Naín.
Mucha gente iba con ellos.
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- Cuando llegaron a la entrada del pueblo, vieron a unos hombres que llevaban a enterrar a un muchacho.
El muerto era el único hijo de una viuda. Mucha gente del pueblo la acompañaba.
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- Cuando Jesús la vio, sintió compasión por ella y le dijo: «No llores.»
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- Entonces se acercó y tocó la camilla.
Los hombres dejaron de caminar, y Jesús le dijo al muerto: «¡Joven, te ordeno que te levantes!»
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- El muchacho se levantó y empezó a hablar.
Entonces Jesús llevó al muchacho a donde estaba su madre.
- 16
- Al ver eso, la gente tuvo mucho miedo y comenzó a alabar a Dios.
Todos decían: «¡Hay un profeta entre nosotros! ¡Ahora Dios va a ayudarnos!»
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- Y muy pronto la gente de la región de Judea y de sus alrededores supo lo que Jesús había hecho.
Juan el Bautista
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- Los discípulos de Juan el Bautista fueron a contarle todo lo que Jesús hacía.
Por eso, Juan envió a dos de sus discípulos
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- para que le preguntaran a Jesús si él era el Mesías, o si debían esperar a otro.
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- Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron:
—Juan el Bautista nos envió a preguntarte si eres el Mesías, o si debemos esperar a otro.
- 21
- En ese momento, Jesús sanó a muchos que estaban enfermos y que sufrían mucho.
También sanó a los que tenían espíritus malos, y a muchos ciegos les devolvió la vista.
- 22
- Luego les respondió a los dos hombres:
—Vayan y díganle a Juan todo lo que ustedes han visto y oído: Ahora los ciegos pueden ver y los cojos caminan bien. Los leprosos quedan sanos, y los sordos ya pueden oír. Los que estaban muertos han vuelto a la vida, y a los pobres se les anuncia la buena noticia de salvación.
- 23
- »¡Dios bendecirá a los que no me abandonan porque hago todo esto!
- 24
- Cuando los discípulos de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar con la gente acerca de Juan, y dijo:
«¿A quién fueron a ver al desierto? ¿Era acaso un hombre doblado como las cañas que dobla el viento?
- 25
- ¿Se trataba de alguien vestido con ropa muy lujosa? Recuerden que los que se visten así viven en el palacio de los reyes.
- 26
- ¿A quién fueron a ver entonces? ¿Fueron a ver a un profeta? Por supuesto que sí.
En realidad, Juan era más que profeta;
- 27
- era el mensajero de quien Dios había hablado cuando dijo:
“Yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar todo para tu llegada.”
- 28
- »Les aseguro que en este mundo no ha nacido un hombre más importante que Juan el Bautista.
Sin embargo, el menos importante en el reino de Dios es superior a Juan.»
- 29
- Los que habían escuchado a Juan le pidieron que los bautizara, y hasta los cobradores de impuestos hicieron lo mismo.
Así obedecieron lo que Dios había mandado.
- 30
- Pero los fariseos y los maestros de la Ley no quisieron obedecer a Dios, ni tampoco quisieron que Juan los bautizara.
- 31-32
- Jesús siguió diciendo:
«Ustedes, los que viven en esta época, son como los niños que se sientan a jugar en las plazas, y gritan a otros niños: “Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron. Cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron.”
- 33
- »Porque Juan el Bautista ayunaba y no bebía vino, y ustedes decían que tenía un demonio.
- 34
- Luego, vine yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y ustedes dicen que soy un glotón y un borracho;
que soy amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma.
- 35
- Pero recuerden que la sabiduría de Dios se prueba por sus resultados.»
Simón el fariseo
- 36
- Un fariseo llamado Simón invitó a Jesús a comer en su casa.
Jesús aceptó y se sentó a la mesa.
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- Una mujer de mala fama, que vivía en aquel pueblo, supo que Jesús estaba comiendo en casa de Simón.
Tomó entonces un frasco de perfume muy fino, y fue a ver a Jesús.
- 38
- La mujer entró y se arrodilló detrás de Jesús, y tanto lloraba que sus lágrimas caían sobre los pies de Jesús.
Después le secó los pies con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba.
- 39
- Al ver esto, Simón pensó: «Si de veras este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer de mala fama.»
- 40
- Jesús dijo:
—Simón, tengo algo que decirte. —Te escucho, Maestro —dijo él.
- 41
- Jesús le puso este ejemplo:
—Dos hombres le debían dinero a alguien. Uno de ellos le debía quinientas monedas de plata, y el otro sólo cincuenta.
- 42
- Como ninguno de los dos tenía con qué pagar, ese hombre les perdonó a los dos la deuda.
¿Qué opinas tú? ¿Cuál de los dos estará más agradecido con ese hombre?
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- Simón contestó:
—El que le debía más. —¡Muy bien! —dijo Jesús.
- 44
- Luego Jesús miró a la mujer y le dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, tú no me diste agua para lavarme los pies. Ella, en cambio, me los ha lavado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.
- 45
- Tú no me saludaste con un beso.
Ella, en cambio, desde que llegué a tu casa no ha dejado de besarme los pies.
- 46
- Tú no me pusiste aceite sobre la cabeza.
Ella, en cambio, me ha perfumado los pies.
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- Me ama mucho porque sabe que sus muchos pecados ya están perdonados.
En cambio, al que se le perdonan pocos pecados, ama poco.
- 48
- Después Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados están perdonados.»
- 49
- Los otros invitados comenzaron a preguntarse: «¿Cómo se atreve éste a perdonar pecados?»
- 50
- Pero Jesús le dijo a la mujer: «Tú confías en mí, y por eso te has salvado.
Vete tranquila.»
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