- Asiria será destruida
- 1-2
- Habitantes de Asiria,
ustedes atacaron a mi pueblo; lo dejaron como a un arbusto con las ramas rotas, pero Dios le devolverá su grandeza al reino de Israel. ¡Prepárate, Asiria, tu destructor ya va en camino! ¡Reúne a tu ejército! ¡Pon guardias en tus murallas! ¡Vigila el camino y prepara tus armas!
- 3-4
- ¡Ya llega tu enemigo!
Viene agitando sus lanzas; sus soldados visten de rojo, y del mismo color son sus escudos; sus carros son veloces como el rayo y brillantes como el relámpago; ya están listos para la batalla, y recorren calles y plazas.
- 5
- Los generales dan órdenes,
y los soldados corren a cumplirlas; ya colocan las torres para el asalto, pero caen al trepar por las murallas.
- 6
- ¡Asiria,
tus enemigos derriban las puertas de tu ciudad capital! Los soldados llenan la ciudad y en el palacio todos tiemblan de miedo.
- 7
- Toman presa a la reina,
y junto con sus sirvientas se la llevan a otro país. ¡Todas ellas gimen y lloran de dolor!
- 8
- Tus habitantes huyen de la ciudad;
¡son como el agua que se escapa de un estanque roto! El enemigo intenta detenerlos, pero sin éxito alguno.
- 9
- Los soldados enemigos gritan:
«Tomemos el oro y la plata; ¡son tantas las riquezas de Asiria que parecen no tener fin!»
- 10
- Asiria,
tu capital ha quedado destruida, arruinada y con poca gente; los que quedaron tiemblan de miedo, las fuerzas los abandonan, y el terror los deja pálidos.
- 11-12
- Asiria parecía un león feroz:
mataba y despedazaba a sus enemigos, luego tomaba sus riquezas y las repartía entre su gente. Nadie invadía su territorio. ¿Pero dónde está ahora su poder? ¿Dónde están sus feroces soldados?
- 13
- Así dice nuestro Dios:
«Asiria, yo estoy contra ti. Voy a quemar tus carros de guerra; voy a matar a todos tus habitantes. Pondré fin a todos tus robos, y no volverán a escucharse las amenazas de tus mensajeros. Yo soy el Dios de Israel, y te juro que así lo haré».
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