- Lo que realmente ensucia
- 1-4
- Los judíos, y en especial los fariseos, siguen la costumbre de sus antepasados, de no comer sin antes lavarse las manos debidamente.
Cuando llegan a sus casas después de haber ido al mercado, no comen nada de lo que compran allí sin antes lavarlo bien. Cierto día, se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén. Al ver que los discípulos de Jesús comían sin lavarse las manos, comenzaron a criticarlos.
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- Y le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué tus discípulos no siguen las costumbres que desde hace mucho han practicado nuestros antepasados? ¿Por qué comen sin haberse lavado las manos?
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- Jesús les respondió:
—¡Ustedes son unos hipócritas! Dios tenía razón cuando dijo por medio del profeta Isaías: “Este pueblo dice que me obedece, pero en verdad nunca piensa en mí.
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- De nada sirve que ustedes me alaben,
pues inventan reglas y luego las enseñan diciendo que yo las ordené.”
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- »Ustedes desobedecen los mandamientos de Dios para poder seguir enseñanzas humanas.
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- Han aprendido muy bien la manera de rechazar los mandamientos de Dios para seguir sus propias enseñanzas.
- 10
- Porque Moisés dijo: “Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre”.
Y también dijo: “El que maldiga a su padre o a su madre tendrá que morir.”
- 11-12
- Sin embargo, ustedes enseñan que un hijo no tiene la obligación de ayudar a sus padres si les dice: “No puedo ayudarlos, porque todo lo que tengo se lo he ofrecido a Dios.”
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- De esa manera, desobedecen los mandamientos de Dios para seguir sus propias enseñanzas.
Y hacen muchas otras cosas parecidas a ésta.
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- Luego Jesús llamó a la gente y dijo: «Escúchenme todos, y entiendan bien:
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- La comida que entra por su boca no los hace impuros delante de Dios.
Lo que los hace impuros son los insultos y malas palabras que salen de su boca.»
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- Cuando Jesús dejó a la gente y entró en la casa, los discípulos le preguntaron qué significaba esa enseñanza.
- 18
- Él les respondió: «¿Tampoco ustedes entienden? Nada de lo que entra en la persona la hace impura delante de Dios.
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- Lo que se come no va a la mente sino al estómago, y después el cuerpo lo expulsa.»
Jesús dijo eso para que supieran que ningún alimento es impuro.
- 20
- Y también dijo:
«Lo que hace impura delante de Dios a la gente, es lo que la gente dice y hace.
- 21-23
- Porque si alguien dice cosas malas, es porque es malo y siempre está pensando en el mal, y en cómo hacer cosas indecentes, o robar, o matar a otros, o ser infiel en el matrimonio.
Esa gente vive pensando solamente en cómo hacerse rica, o en hacer maldades, engañar, ser envidiosa, insultar y maldecir a otros, o en ser necia y orgullosa.»
Una mujer no judía confía en Dios
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- Después, Jesús salió de allí y fue hasta la región de la ciudad de Tiro.
En ese lugar, se quedó unos días en una casa, y no quería que nadie supiera dónde estaba. Pero no pudo esconderse.
- 25-26
- Una mujer supo que Jesús estaba en el lugar, y fue a buscarlo, pues su hija tenía un espíritu malo.
Esta mujer no era judía; era de la región de Fenicia, que está en Siria. Cuando encontró a Jesús, se arrodilló delante de él y le rogó que librara del espíritu malo a su hija.
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- Pero Jesús le dijo:
—Deja que primero coman los hijos, pues no está bien quitarles la comida para echársela a los perros.
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- Y ella le contestó:
—¡Señor, eso es cierto! Pero aun los perros comen las sobras que se les caen a los hijos debajo de la mesa.
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- Jesús le dijo:
—¡Mujer, es muy cierto lo que dices! Vete tranquila a tu casa, pues el demonio ya salió de tu hija.
- 30
- La mujer regresó a su casa y, cuando llegó, encontró a su hija acostada en la cama.
El demonio ya había salido de ella.
Jesús sana a un hombre sordo y tartamudo
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- Jesús volvió a salir de la región de Tiro.
Pasó por la región de Sidón y llegó al Lago de Galilea, en el territorio de Decápolis.
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- Allí le llevaron a Jesús un hombre sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera las manos sobre él para sanarlo.
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- Jesús tomó al hombre y lo llevó aparte, lejos de la gente.
Luego puso sus dedos en los oídos del hombre y le puso saliva en la lengua.
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- Después miró al cielo, suspiró y dijo: «¡Efatá!», palabra que significa «¡Ábrete!»
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- En ese momento el hombre pudo oír y hablar normalmente.
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- Jesús le ordenó a la gente que no se lo contara a nadie;
pero cuanto más lo ordenaba, más lo contaba la gente,
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- porque estaba muy admirada y decía: «Jesús todo lo hace bien.
¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen!»
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