- Los enemigos se oponen a la reconstrucción
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- Los enemigos de los judíos se dieron cuenta de que éstos habían regresado del exilio en Babilonia y estaban reconstruyendo el templo de su Dios.
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- Así que fueron a ver a Zorobabel y a los jefes judíos, y les dijeron:
—Déjennos ayudarlos a reconstruir el templo de Dios. Nosotros adoramos al mismo Dios que ustedes. Desde que el rey Esarhadón de Asiria nos trajo a vivir aquí, hemos estado presentando ofrendas a Dios.
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- Pero Zorobabel, Josué y los otros jefes judíos contestaron:
—No podemos aceptar la ayuda de ustedes. Sólo nosotros podemos reconstruir el templo de nuestro Dios, porque así nos lo ordenó el rey Ciro de Persia.
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- Entonces la gente que vivía allí trataba de desanimar a los judíos y meterles miedo para que no reconstruyeran el templo.
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- Además, les pagaron a algunos asistentes del gobierno para que no los dejaran continuar con la reconstrucción.
Esto sucedió durante los reinados de Ciro y de Darío, reyes de Persia.
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- Cuando comenzó a reinar Asuero, el nuevo rey de Persia, los enemigos de los judíos le presentaron una acusación contra ellos.
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- Tiempo después hubo otro rey, llamado Artajerjes.
Al principio de su reinado, Bislam, Mitrídates, Tabeel y sus demás compañeros le escribieron una carta en arameo que fue traducida al persa.
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- El comandante Rehúm y el secretario Simsai también le escribieron al rey Artajerjes una carta en contra de los judíos.
La firmaron los gobernadores, los jueces y los consejeros de Persia, Érec, Babilonia y Susa. También la firmaron los asistentes de las naciones que habían sido expulsadas de sus territorios por el famoso y gran rey Asnapar. Esas naciones ahora vivían en las ciudades de Samaria y en el resto de la provincia al oeste del río Éufrates. La carta decía:
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- «Reciba usted, gran rey Artajerjes, un saludo de nosotros, sus servidores.
Queremos informarle que los judíos que salieron de Babilonia y volvieron a Jerusalén, están reconstruyendo esa ciudad rebelde y malvada. Ya han comenzado a reparar los cimientos y a levantar los muros de protección.
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- También le hacemos saber que cuando ellos terminen de reparar esos muros y la ciudad esté reconstruida, no van a querer pagar ninguna clase de impuestos, y el tesoro del reino sufrirá pérdidas.
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- Nosotros estamos al servicio de Su Majestad, y no podemos permitir que lo ofendan de esta manera.
Por eso le enviamos esta información,
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- para que usted mande a revisar los archivos del palacio.
Allí encontrará que esa ciudad es rebelde y peligrosa para los reyes y sus provincias. Comprobará que ya en otros tiempos se habían organizado en ella rebeliones, y que por eso fue destruida.
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- Queremos que Su Majestad sepa que si se reconstruye esa ciudad y se terminan de reparar sus muros, usted ya no tendrá dominio sobre la provincia que está al oeste del río Éufrates».
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- El rey les envió esta respuesta:
«Saludos del Rey al comandante Rehúm, al secretario Simsai, y a todos sus compañeros que viven en Samaria y en el resto de la provincia al oeste del río Éufrates.
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- He leído la traducción de la carta que ustedes me enviaron,
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- y ordené que se hiciera una investigación.
Hemos encontrado que esa ciudad ya se había rebelado antes contra otros reyes, y que en ella siempre ha habido alborotos.
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- También se comprobó que hubo en Jerusalén reyes poderosos que dominaron en la provincia al oeste del río Éufrates, a quienes se les pagaban toda clase de impuestos.
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- Por lo tanto, ordeno detener la reconstrucción de la ciudad hasta que reciban órdenes mías.
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- Hagan cumplir esta orden enseguida, para que no se perjudique más el reino».
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- Tan pronto como Rehúm, el secretario Simsai y sus compañeros leyeron la carta del rey Artajerjes, fueron rápidamente a Jerusalén y obligaron a los judíos a detener los trabajos.
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- Así que la reconstrucción del templo de Dios quedó suspendida hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.
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