- Paz a las naciones
- 1
- En el futuro,
el monte donde se encuentra el templo de nuestro Dios será el monte más importante. Allí vendrán muchos pueblos
- 2
- y gente de muchas naciones,
y unos a otros se dirán: «Subamos al monte de Sión, al templo del Dios de Israel, para que él mismo nos enseñe y obedezcamos sus mandamientos. »Dios mismo será nuestro maestro desde el monte de Sión, ¡desde la ciudad de Jerusalén!
- 3
- Dios mismo dictará sentencia
contra naciones y pueblos lejanos, y ellos convertirán sus espadas en herramientas de trabajo. Nunca más nación alguna volverá a pelear contra otra, ni se entrenará para la guerra.
- 4
- »Todo el mundo vivirá tranquilo
bajo la sombra de su viña, o a la sombra de su higuera, porque así Dios lo ha prometido.
- 5
- ¡Qué importa que otras naciones
adoren a sus propios dioses! ¡Nosotros siempre obedeceremos a nuestro poderoso Dios!»
Dios salvará a Israel
- 6-7
- Así ha dicho nuestro Dios:
«Mi pueblo parece un rebaño de ovejas cojas y perdidas, porque está sufriendo mi castigo. Pero ya está cerca el día en que volveré a reunirlo. Cuando llegue ese día, con los pocos que hayan quedado volveré a hacer una gran nación, y desde mi templo en Jerusalén reinaré sobre ella para siempre.
- 8
- »Hermoso monte de Sión,
tú has sido una torre protectora para mi amada Jerusalén; así que volverás a ser como antes, ¡serás la gran capital de mi pueblo!
- 9-10
- »Tú, Jerusalén,
lloras y te retuerces de dolor, como si fueras una mujer a punto de tener un hijo. Pero no hay razón para que llores; ¡tienes rey y no te faltan consejeros! Más bien, llora porque tus habitantes te abandonarán y vivirán en el campo, y después serán llevados a Babilonia. Sin embargo, yo los pondré en libertad; ¡yo mismo los libraré del poder de sus enemigos!
- 11
- »Muchas naciones se han reunido,
y dicen en contra tuya: “¡Ojalá podamos ver la derrota de Jerusalén!”
- 12
- »Pero esas naciones no saben
lo que tengo pensado hacer; es algo que no pueden entender: ¡voy a juntarlas para hacerlas polvo!
- 13
- »¡Vamos, Jerusalén!
¡Levántate y hazlos pedazos! Yo te daré la fuerza de un toro, para que destruyas a muchos pueblos; ¡tus cuernos parecerán de hierro!, ¡tus cascos parecerán de bronce! Les quitarás todas sus riquezas y me las entregarás, pues toda la tierra me pertenece.»
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