- Jonatán ataca a los filisteos
- 1-7
- Saúl acampó en Migrón, bajo un árbol, en las afueras de Guibeá.
Con él estaban seiscientos soldados y el sacerdote Ahías, que era hijo de Ahitub y sobrino de Icabod. Su abuelo era Finees, hijo del sacerdote Elí, que había servido a Dios en Siló. Jonatán le dijo al joven que le ayudaba a cargar su armadura: —Ven, acompáñame al otro lado. Vamos a acercarnos al ejército de los filisteos. Aunque somos pocos, con la ayuda de Dios los vamos a derrotar. Su ayudante le respondió: —Haga usted lo que mejor le parezca. Por mi parte, yo lo apoyaré en todo. Jonatán se fue sin que nadie lo supiera, ni siquiera su padre.
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- Cuando se acercaron a donde estaban los filisteos, Jonatán le dijo a su ayudante:
—Ven, vamos a acercarnos a ellos, para que nos vean.
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- Si nos dicen: “Alto ahí;
no se muevan hasta que lleguemos a donde están”, así lo haremos.
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- Pero si nos dicen que vayamos a donde ellos están, ésa será la señal de que Dios nos ayudará a derrotarlos.
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- Entonces se acercaron.
Y cuando los filisteos los vieron, se dijeron unos a otros: «Miren, los israelitas ya están saliendo de sus escondites».
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- Enseguida le gritaron a Jonatán y a su ayudante: «¡Vengan acá, que les vamos a decir algo!»
Jonatán le dijo a su ayudante: «Vayamos, pues Dios nos ayudará a vencerlos».
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- Así que subió ayudándose con pies y manos, y tras él subió su ayudante.
A cada soldado filisteo que encontraba, lo hería, y su ayudante lo mataba.
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- En ese ataque, y en un lugar tan estrecho, Jonatán y su ayudante mataron a unos veinte hombres.
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- Además, Dios hizo que temblara la tierra, y el ejército filisteo se asustó mucho.
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- Saúl había puesto en Guibeá de Benjamín unos vigilantes, y cuando éstos vieron que el ejército filisteo estaba huyendo en completo desorden
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- fueron a decírselo a Saúl.
Entonces él ordenó pasar lista, para ver quién faltaba. Una vez que se pasó lista, le informaron a Saúl que faltaban Jonatán y su ayudante.
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- Como en esos días los israelitas tenían con ellos el cofre del pacto de Dios, Saúl le dijo al sacerdote Ahías: «Trae el cofre y consulta a Dios qué debemos hacer».
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- Sin embargo, al darse cuenta de que aumentaba la confusión en el campamento de los filisteos, le dijo a Ahías: «Ya no hace falta que lo traigas».
- 20-23
- Los soldados filisteos estaban tan confundidos que se mataban unos a otros.
Entonces Saúl reunió a todos sus hombres, y juntos se lanzaron a la batalla. Durante mucho tiempo algunos israelitas habían sido obligados a formar parte del ejército filisteo, pero en ese momento se unieron al ejército de Saúl y Jonatán. Y cuando los israelitas que se habían escondido en los cerros de Efraín supieron que los filisteos estaban huyendo, fueron también a perseguirlos. Así fue como la batalla llegó hasta Bet-avén.
El juramento de Saúl
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- Todos los israelitas estaban muy cansados, pero ninguno de ellos había comido porque Saúl había hecho este juramento: «Todo el que coma algo antes del anochecer, y antes de que me haya vengado de mis enemigos, será condenado a muerte».
- 25-27
- La gente tenía mucho miedo del juramento de Saúl, así que cuando llegaron a un bosque donde había mucha miel, ninguno de ellos se atrevió a probarla.
Como Jonatán no estaba enterado del juramento que había hecho su padre, tomó miel con el palo que llevaba en su mano, y en cuanto la probó, cobró nuevas fuerzas.
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- Pero uno de los soldados le dijo:
—Su padre ha hecho un juramento. Cualquiera que coma algo hoy, quedará bajo maldición y será condenado a muerte. Por eso, aunque estamos muy cansados, no hemos comido nada.
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- Jonatán respondió:
—¡Con ese juramento mi padre le ha hecho mucho daño al pueblo! Si yo, con un poco de miel, he recobrado las fuerzas,
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- imagínense cómo habría sido si el ejército hubiera comido hoy de la comida de nuestros enemigos: ¡su victoria habría sido mayor!
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- La batalla se extendió desde Micmás hasta Aialón, y no paró hasta que los israelitas derrotaron a los filisteos.
Pero los israelitas terminaron muy cansados,
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- así que esa misma noche tomaron las ovejas, vacas y terneros que les habían quitado a los filisteos, y los mataron, comiéndose la carne con todo y sangre.
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- Pero alguien le dijo a Saúl:
—La gente está comiendo carne con sangre, y Dios nos ha prohibido hacer eso. Enojado, Saúl dijo: —¡Ustedes nunca obedecen a Dios! Tráiganme pronto una piedra grande, y díganle a la gente que traiga aquí su toro o su oveja.
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- Que los maten aquí, y se los coman sin sangre.
Así no ofenderán a Dios. Esa misma noche cada uno llevó su propio toro y lo sacrificó allí.
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- En ese lugar Saúl construyó por primera vez un altar para adorar a Dios.
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- Luego les dijo a sus soldados:
—No pasará esta noche sin que acabemos con los filisteos y nos quedemos con todas sus pertenencias. Y ellos le contestaron: —Haremos todo lo que usted nos mande. Pero el sacerdote le dijo: —Primero debemos consultar a Dios.
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- Entonces Saúl le preguntó a Dios: «¿Puedo perseguir a los filisteos? ¿Nos ayudarás otra vez a vencerlos?» Pero Dios no le contestó,
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- así que Saúl les dijo a los jefes de su ejército:
—Acérquense y díganme por culpa de quién Dios no me responde.
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- Les juro por Dios que morirá, aunque se trate de mi hijo Jonatán.
Pero ninguno le respondió.
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- Entonces Saúl le dijo a todo el pueblo:
—Pónganse ustedes de aquel lado, y mi hijo Jonatán y yo nos pondremos de este otro. Y el pueblo le respondió: —Haremos todo lo que usted nos mande.
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- Saúl echó suertes y le pidió al Dios de Israel: «Dime quién tiene la culpa, si Jonatán, el pueblo, o yo».
La suerte recayó sobre Jonatán y Saúl, de modo que el pueblo quedó libre de culpa.
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- Entonces Saúl dijo: «Ahora echemos suertes entre Jonatán y yo».
Como la suerte recayó sobre Jonatán,
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- Saúl le dijo:
—Dime lo que hiciste. Y Jonatán le respondió: —Lo único que hice fue probar un poco de miel. ¿Por eso me van a matar?
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- Saúl le contestó:
—¡Jonatán, que Dios me castigue duramente si no mueres!
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- Pero la gente se opuso a Saúl:
—De ninguna manera vamos a permitir que Jonatán muera. Gracias a él, y con la ayuda de Dios, Israel ha alcanzado una victoria total. Así fue como la gente le salvó la vida a Jonatán.
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- Por su parte, Saúl ya no persiguió a los filisteos, así que éstos se fueron de regreso a su tierra.
A pesar de todo esto, los israelitas estuvieron en guerra con los filisteos mientras Saúl fue rey de Israel. Por eso Saúl siempre tenía en su ejército a los jóvenes más fuertes y valientes. Después de esto, el rey Saúl siguió luchando contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Sobá, los filisteos y los amalecitas. Venció a todos sus enemigos, y alcanzó grandes triunfos. Así fue como libró a Israel de los pueblos que les robaban todo lo que tenían. Saúl tuvo tres hijos, que fueron Jonatán, Isví y Malquisúa. También tuvo dos hijas; la mayor se llamaba Merab, y la menor, Mical. Su esposa se llamaba Ahinóam, y era hija de Ahimaas. El general de su ejército se llamaba Abner, y era hijo de Ner, tío de Saúl. El padre de Saúl y el padre de Abner eran hermanos.
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