- Vivimos gracias a Cristo
- 1
- ¿Qué más podemos decir? ¿Seguiremos pecando para que Dios nos ame más todavía?
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- ¡Por supuesto que no! Nosotros ya no tenemos nada que ver con el pecado, así que ya no podemos seguir pecando.
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- Ustedes bien saben que, por medio del bautismo, nos hemos unido a Cristo en su muerte.
- 4
- Al ser bautizados, morimos y somos sepultados con él;
pero morimos para nacer a una vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando Dios el Padre lo resucitó con gran poder.
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- Si al bautizarnos participamos en la muerte de Cristo, también participaremos de su nueva vida.
- 6
- Una cosa es clara: antes éramos pecadores, pero cuando Cristo murió en la cruz, nosotros morimos con él.
Así que el pecado ya no nos gobierna.
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- Al morir, el pecado perdió su poder sobre nosotros.
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- Si por medio del bautismo morimos con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él.
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- Sabemos que Jesucristo resucitó, y que nunca más volverá a morir, pues la muerte ya no tiene poder sobre él.
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- Cuando Jesucristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él.
La vida que ahora vive, es para agradar a Dios.
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- De igual manera, el pecado ya no tiene poder sobre ustedes, sino que Cristo les ha dado vida, y ahora viven para agradar a Dios.
- 12
- Así que no dejen que el pecado los gobierne, ni que los obligue a obedecer los malos deseos de su cuerpo.
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- Ustedes ya han muerto al pecado, pero ahora han vuelto a vivir.
Así que no dejen que el pecado los use para hacer lo malo. Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada.
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- Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, porque ya no son esclavos de la ley.
Ahora están al servicio del amor de Dios.
Al servicio de Dios
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- Alguien podría decir que, como ya no somos esclavos de la ley, sino que estamos al servicio del amor de Dios, podemos seguir pecando.
Pero eso no es posible.
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- Ustedes saben que quien siempre obedece a una persona, llega a ser su esclavo.
Nosotros podemos servir al pecado y morir, o bien obedecer a Dios y recibir su perdón.
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- Antes, ustedes eran esclavos del pecado.
Pero gracias a Dios que obedecieron de todo corazón la enseñanza que se les dio.
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- Ahora ustedes se han librado del pecado, y están al servicio de Dios para hacer el bien.
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- Como a ustedes todavía les cuesta entender esto, se lo explico con palabras sencillas y bien conocidas.
Antes ustedes eran esclavos del mal, y cometían pecados sexuales y toda clase de maldades. Pero ahora tienen que dedicarse completamente al servicio de Dios.
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- Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no tenían que vivir como a Dios le agrada.
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- ¿Pero qué provecho sacaron? Tan sólo la vergüenza de vivir separados de Dios para siempre.
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- Sin embargo, ustedes ya no son esclavos del pecado.
Ahora son servidores de Dios. Y esto sí que es bueno, pues el vivir sólo para Dios les asegura que tendrán la vida eterna.
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- Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo la muerte.
Pero Dios nos regala la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor.
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