- 1
- Los que tienen esclavos, deben ser amos justos y tratar bien a sus esclavos.
Recuerden que en el cielo también tienen un Amo, que es el Señor Jesucristo.
Otras enseñanzas
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- Dediquen siempre tiempo a la oración, y den gracias a Dios.
- 3
- Oren también por nosotros, y pídanle a Dios que podamos anunciar libremente el mensaje y explicar el plan secreto de Cristo.
Precisamente por anunciarlo estoy ahora preso.
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- Pídanle a Dios que yo pueda explicar ese mensaje con toda claridad.
- 5
- Usen su inteligencia para tratar como se debe a los que no confían en Cristo.
Aprovechen bien cada oportunidad que tengan
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- de conversar con ellos.
Hablen siempre de cosas buenas, díganlas de manera agradable, y piensen bien cómo se debe contestar a cada uno.
Saludos finales
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- Tíquico, fiel seguidor de Cristo y compañero nuestro, les contará todo lo que tiene que ver conmigo.
Él siempre me ha ayudado, y juntos hemos servido al Señor.
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- Por eso mismo lo estoy enviando a ustedes, para que les dé ánimo y les diga cómo estamos.
- 9
- Con él va también Onésimo, que es un fiel miembro de la iglesia de ustedes y al cual queremos mucho.
Ellos les contarán todo lo que pasa por aquí.
- 10
- Aristarco, que está preso conmigo, les envía saludos.
También los saluda Marcos, el primo de Bernabé. Si él llega a visitarlos, no dejen de recibirlo.
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- Jesús, al que llaman el Justo, también les envía saludos.
De todos los judíos que han confiado en Cristo, sólo ellos me han ayudado en mi trabajo por el reino de Dios, y me han animado mucho.
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- Reciban saludos de Epafras, un servidor de Jesucristo que también pertenece a la iglesia de ustedes.
Él siempre ora por ustedes, y pide a Dios que los ayude, para que sigan confiando firmemente en Cristo y se mantengan cumpliendo la voluntad de Dios, sin cometer ninguna falta.
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- Yo mismo he visto cómo Epafras se preocupa por ustedes y por los de las iglesias en Hierápolis y Laodicea.
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- También les envían saludos Demas y el médico Lucas, a quien queremos mucho.
- 15
- Saluden de mi parte a los miembros de la iglesia en Laodicea.
También a Ninfa y a los cristianos que se reúnen en su casa para adorar a Dios.
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- Cuando ustedes hayan leído esta carta, háganla llegar a los que se reúnen en Laodicea, para que también ellos la lean, y ustedes a su vez lean la carta que yo les envié a ellos.
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- Díganle a Arquipo que trate de hacer bien el trabajo que el Señor Jesucristo le ha encargado.
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- Yo mismo, con mi propia mano les escribo esto: «Recuerden que estoy preso.
Deseo de todo corazón que Dios los llene de su amor.»
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