- Una pesca milagrosa
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- Una vez Jesús estaba a la orilla del Lago de Galilea, y la gente se amontonó alrededor de él para escuchar el mensaje de Dios.
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- Jesús vio dos barcas en la playa.
Estaban vacías porque los pescadores estaban lavando sus redes.
- 3
- Una de esas barcas era de Simón Pedro.
Jesús subió a ella y le pidió a Pedro que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente.
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- Cuando Jesús terminó de enseñarles, le dijo a Pedro:
—Lleva la barca a la parte honda del lago, y lanza las redes para pescar.
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- Pedro respondió:
—Maestro, toda la noche estuvimos trabajando muy duro y no pescamos nada. Pero, si tú lo mandas, voy a echar las redes.
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- Hicieron lo que Jesús les dijo, y fueron tantos los pescados que recogieron, que las redes estaban a punto de romperse.
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- Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca, para que fueran enseguida a ayudarlos.
Eran tantos los pescados que, entre todos, llenaron las dos barcas. Y las barcas estaban a punto de hundirse.
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- Al ver esto, Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo:
—¡Señor, apártate de mí, porque soy un pecador!
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- Santiago y Juan, que eran hijos de Zebedeo, Pedro y todos los demás, estaban muy asombrados por la pesca tan abundante.
Pero Jesús le dijo a Pedro: —No tengas miedo. De hoy en adelante, en lugar de pescar peces, voy a enseñarte a ganar seguidores para mí.
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- Los pescadores llevaron las barcas a la orilla, dejaron todo lo que llevaban, y se fueron con Jesús.
Jesús sana a un hombre
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- Un día, Jesús estaba en un pueblo.
De pronto llegó un hombre que estaba enfermo de lepra, se inclinó delante de Jesús hasta tocar el suelo con la frente, y le suplicó: —Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo?
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- Jesús extendió la mano, tocó al enfermo y le dijo:
—¡Sí quiero! ¡Queda sano! De inmediato, el hombre quedó completamente sano.
- 14
- Después, Jesús le dijo:
—No le digas a nadie lo que sucedió. Ve con el sacerdote y lleva la ofrenda que Moisés ordenó; así los sacerdotes verán que ya no estás enfermo.
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- Jesús se hacía cada vez más famoso.
Mucha gente se reunía para escuchar su mensaje, y otros venían para que él los sanara.
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- Pero Jesús siempre buscaba un lugar para estar solo y orar.
El hombre que no podía caminar
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- En cierta ocasión, Jesús estaba enseñando en una casa.
Allí estaban sentados algunos fariseos y algunos maestros de la Ley. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, de Judea, y de la ciudad de Jerusalén, para oír a Jesús. Y como Jesús tenía el poder de Dios para sanar enfermos,
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- llegaron unas personas con una camilla, en la que llevaban a un hombre que no podía caminar.
Querían poner al enfermo delante de Jesús,
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- pero no podían entrar en la casa porque en la entrada había mucha gente.
Entonces subieron al techo y abrieron allí un agujero. Por ese agujero bajaron al enfermo en la camilla, hasta ponerlo en medio de la gente, delante de Jesús.
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- Cuando Jesús vio la gran confianza que aquellos hombres tenían en él, le dijo al enfermo: «¡Amigo, te perdono tus pecados!»
- 21
- Los maestros de la Ley y los fariseos pensaron: «¿Y éste quién se cree que es? ¡Qué barbaridades dice contra Dios! ¡Sólo Dios puede perdonar pecados!»
- 22
- Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó: «¿Por qué piensan así?
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- Díganme: ¿qué es más fácil? ¿Perdonar a este enfermo, o sanarlo?
- 24
- Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar pecados.»
Entonces le dijo al hombre que no podía caminar: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
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- En ese mismo instante, y ante la mirada de todos, el hombre se levantó, tomó la camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
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- Todos quedaron admirados y llenos de temor, y comenzaron a alabar a Dios diciendo: «¡Qué cosas tan maravillosas hemos visto hoy!»
Jesús llama a Mateo
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- Después de esto, Jesús se fue de aquel lugar.
En el camino vio a un hombre llamado Mateo, que estaba cobrando impuestos para el gobierno de Roma. Jesús le dijo: «Sígueme».
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- Mateo se levantó, dejó todo lo que tenía, y lo siguió.
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- Ese mismo día, Mateo ofreció en su casa una gran fiesta en honor de Jesús.
Allí estaban comiendo muchos cobradores de impuestos y otras personas.
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- Algunos fariseos y maestros de la Ley comenzaron a hablar contra los discípulos de Jesús, y les dijeron:
—¿Por qué comen ustedes con los cobradores de impuestos y con toda esta gente mala?
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- Jesús les respondió:
—Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos.
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- Yo vine a invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen buenos.
Jesús enseña sobre el ayuno
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- Algunas personas le dijeron a Jesús:
—Los discípulos de Juan el Bautista y los seguidores de los fariseos siempre dedican tiempo para ayunar y para orar. Tus discípulos, en cambio, nunca dejan de comer y de beber.
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- Jesús les respondió:
—Los invitados a una fiesta de bodas no ayunan mientras el novio está con ellos.
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- Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces los invitados ayunarán.
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- Jesús también les puso esta comparación:
«Si un vestido viejo se rompe, nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar el viejo. Si lo hace, echa a perder el vestido nuevo. Además, el remiendo nuevo se verá feo en el vestido viejo.
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- »Tampoco se echa vino nuevo en recipientes viejos porque, cuando el vino nuevo fermente, hará que reviente el cuero viejo.
Entonces se perderá el vino nuevo, y los recipientes se destruirán.
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- Por eso, hay que echar vino nuevo en recipientes de cuero nuevo.
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- »Además, si una persona prueba el vino viejo, ya no quiere beber vino nuevo, porque habrá aprendido que el viejo es mejor.»
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