- Guerra contra los filisteos
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- Saúl ya era adulto cuando empezó a reinar.
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- En el segundo año de su reinado eligió a tres mil hombres de Israel para formar su propio ejército.
De ellos, dos mil estaban con él en Micmás y en las colinas de Betel, y los otros mil estaban con su hijo Jonatán en Guibeá de Benjamín. Al resto de los israelitas los mandó de vuelta a su casa.
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- Jonatán atacó y destruyó un cuartel filisteo que estaba en Guibeá.
Como los filisteos se enteraron de este ataque, Saúl mandó tocar la trompeta por todo el país en señal de alarma,
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- y decir: «¡Escuchen, israelitas! Saúl ha destruido un cuartel de los filisteos.
Prepárense, porque ahora ellos van a odiarnos más, y nos atacarán».
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- Y así sucedió.
Los filisteos se reunieron para atacar a los israelitas. Llegaron treinta mil carros de guerra, seis mil soldados de caballería, y un ejército que ni siquiera se podía contar. Todos ellos acamparon en Micmás, al este de Bet-avén.
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- Muchos israelitas pensaron que no podrían vencer al ejército filisteo, así que fueron a esconderse en cuevas y agujeros, entre las piedras y dentro de pozos secos,
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- y no faltaron algunos que cruzaron el río Jordán y se fueron a la tierra de Gad y de Galaad.
Saúl se quedó en Guilgal, pero todos en su ejército estaban temblando de miedo.
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- Allí en Guilgal Saúl esperó a Samuel siete días, para que presentara las ofrendas y los sacrificios, pues antes de eso no podían empezar la batalla.
Pero al ver Saúl que Samuel no llegaba y que los de su ejército comenzaban a huir,
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- ordenó: «Tráiganme los animales y las ofrendas de paz que vamos a presentarle a Dios».
Y Saúl mismo presentó las ofrendas.
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- Todavía no terminaba de ofrecerlas cuando Samuel llegó.
Al verlo, Saúl fue a saludarlo; pero Samuel le dijo:
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- —¿Qué es lo que has hecho?
Y Saúl le respondió: —Es que mis soldados ya me estaban abandonando, y tú no llegabas, como prometiste hacerlo. Por eso tuve que presentar las ofrendas para pedir la ayuda de Dios. Además, los filisteos ya estaban en Micmás, listos para venir a Guilgal y atacarme.
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- Pero Samuel le dijo:
—¡Estás loco! Si hubieras obedecido la orden de tu Dios, tu reino habría durado para siempre.
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- Pero, como no lo hiciste, tu reino no durará mucho tiempo.
Dios ya ha decidido quién será el próximo rey; ese rey sí lo obedecerá.
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- Dicho esto, Samuel se alejó de Guilgal y se fue a Guibeá de Benjamín.
Allí Saúl contó a los soldados que aún estaban con él, y eran como seiscientos. Todos ellos se quedaron con él y con su hijo Jonatán.
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- Mientras tanto, los filisteos que acampaban en Micmás dividieron su ejército en tres grupos;
uno de ellos se fue hacia Ofrá, cerca de Sual; el otro se dirigió a Bet-horón,
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- y el tercero se fue hacia la frontera que está en el valle de Seboím, en el camino al desierto.
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- Entre los israelitas no había quien trabajara el hierro.
Los filisteos no se lo permitían, por temor a que se hicieran espadas y lanzas de ese metal. Ni siquiera tenían cómo afilar sus arados, azadones, hachas y picos. Por eso tenían que ir al país de los filisteos y pagarles mucho dinero para que les afilaran sus herramientas. El día de la batalla los únicos que tenían una espada y una lanza eran Saúl y Jonatán.
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- Mientras tanto, una parte del ejército de los filisteos acampó en el paso a Micmás.
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