- Contra la idolatría
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- ¡Qué tontos son aquellos
que no toman en cuenta a Dios! Son tan tontos que no ven todo lo que Dios ha hecho, ni lo reconocen como el Dios creador.
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- En cambio, reconocieron como dioses
al fuego, al viento y a la suave brisa; a los mares, a los ríos y a las estrellas del cielo.
- 3
- Tan bellas les parecieron esas cosas
que las consideraron dioses. Debieron haber sabido que más bello y hermoso es nuestro Dios, quien hizo todo lo que ellos adoran. ¡Dios es el creador de todo lo que es bello y hermoso!
- 4
- Si la energía y el poder de todo eso
les causó tanta admiración, debieron darse cuenta que mucho más poderoso es el Dios de Israel quien los creó.
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- Cuando vemos la grandeza
y la belleza de todo lo creado, tenemos que reconocer el poder de nuestro Creador.
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- Sin embargo,
no hay que ser tan severos al juzgar a esas personas; quizás se perdieron tratando de encontrar al Dios verdadero.
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- Al ver lo que Dios hizo,
lo encontraron tan hermoso que esa belleza los engañó; por eso adoraron todo aquello.
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- Sin embargo, no son inocentes,
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- porque si fueron capaces
de investigar el universo y de aprender tanto de él, ¿cómo es que no descubrieron al Creador de todo lo que existe?
El carpintero que fabrica un ídolo
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- ¡Qué lástima me dan
los que consideran dioses a objetos que hicieron ellos mismos! ¡Qué lástima me dan los que tienen por dioses a objetos de plata y oro, a figuras de animales y a piedras talladas que no tienen nada de valor!
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- Pongamos como ejemplo al carpintero:
Corta un árbol, le quita la corteza, trabaja con cuidado la madera y fabrica una mesa que presta buen servicio.
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- Si le sobra madera,
la usa como leña para cocinar.
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- Y si le sobra un palo torcido
que está tan lleno de nudos que no sirve para nada, en sus ratos libres se dedica a darle forma, hasta que hace la figura de un hombre
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- o de un animal asqueroso.
Después rellena los huequitos con masilla y pinta esa figura de rojo.
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- Luego prepara un lugar en la pared
y allí coloca la figura.
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- El carpintero sabe muy bien
que necesita tener mucho cuidado para que ese ídolo no se caiga, pues no puede sostenerse solo y necesita la ayuda de alguien.
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- Sin embargo,
ese mismo carpintero no siente la menor vergüenza de hablarle al ídolo, y de pedirle por su esposa, por sus hijos y por su casa. Es tan tonto que cuando está enfermo, le pide ayuda a una figura sin vida.
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- Le pide a un palo muerto
que le conserve la vida. Le pide protección a quien tiene que ser protegido, y espera que un pedazo de madera, que necesita ser transportado, sea quien lo acompañe en un viaje.
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- ¡A un ídolo de madera,
que no puede usar las manos, le pide ayuda en sus negocios y trabajos!
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