- Jefté
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- Jefté, un valiente soldado de la zona de Galaad, era hijo de una prostituta.
Su padre, que se llamaba Galaad,
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- tuvo otros hijos con su esposa, y cuando éstos crecieron, echaron de la casa a Jefté.
Le dijeron: «No vas a recibir ninguna herencia de tu padre, porque eres hijo de otra mujer».
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- Entonces Jefté se alejó de sus hermanos y se fue a vivir a la tierra de Tob.
Allí reunió a unos bandoleros que salían con él a robar.
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- Después de algún tiempo los amonitas atacaron a los de Israel.
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- Los líderes de Galaad fueron entonces a la tierra de Tob a buscar a Jefté,
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- y le dijeron:
—Queremos que seas nuestro líder en la guerra contra los amonitas. Ven con nosotros.
- 7
- Jefté les respondió:
—Si tanto me odiaban ustedes, que hasta me echaron de la casa de mi padre, ¿por qué ahora que están en problemas me vienen a buscar?
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- Ellos le contestaron:
—Justamente porque estamos en problemas, necesitamos que vengas con nosotros a atacar a los amonitas. Queremos que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad.
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- Jefté entonces les dijo:
—Está bien. Pero si vuelvo con ustedes, y Dios me ayuda a vencer a los amonitas, ¿de veras seré su jefe?
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- Y los líderes le aseguraron:
—Dios es nuestro testigo de que haremos todo lo que tú nos digas.
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- Así que Jefté se fue con ellos, y el pueblo lo nombró jefe y gobernador.
En Mispá, Jefté puso a Dios por testigo del trato que hicieron.
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- Después de eso, Jefté envió unos mensajeros al rey de los amonitas para que le dijeran:
«¿Qué tienes contra nosotros? ¿Por qué vienes a atacar mi territorio?»
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- El rey de los amonitas le respondió:
«Vengo a recuperar nuestras tierras, desde el río Arnón hasta los ríos Jaboc y Jordán. Ustedes se apoderaron de ellas cuando salieron de Egipto, pero ahora me las tienen que devolver pacíficamente».
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- Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los amonitas
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- con esta respuesta:
«Nosotros no les hemos quitado tierras a los moabitas ni a los amonitas.
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- Lo que ocurrió fue que, cuando salimos de Egipto, cruzamos el desierto hasta el Mar de los Juncos y llegamos a Cadés.
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- Luego enviamos mensajeros al rey de Edom pidiéndole permiso para pasar por su territorio, pero él no nos dejó pasar.
También se enviaron mensajeros al rey de los moabitas, y él tampoco nos dio permiso, así que nos quedamos en Cadés.
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- »Después seguimos por el desierto, rodeando el territorio de Edom y de los moabitas.
Cuando llegamos al este del territorio moabita, acampamos allí, al otro lado del río Arnón, y como este río es la frontera no entramos a territorio moabita.
- 19
- Entonces mandamos mensajeros a Sihón, el rey amorreo de Hesbón, pidiéndole que nos dejara pasar por su territorio para llegar al nuestro.
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- Pero el rey Sihón desconfió de nosotros, y no nos permitió pasar por su territorio.
Al contrario, acampó en Jahas con todo su ejército y nos atacó.
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- Sin embargo nuestro Dios nos hizo vencer a todo el ejército de Sihón.
Entonces nos apoderamos de todo el territorio de los amorreos que vivían allí,
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- desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
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- ¿Y ahora quieres tú recuperar el territorio que el Dios de Israel les quitó a ustedes y nos dio a nosotros?
- 24
- Lo que su dios Quemós les ha dado es de ustedes, y lo que nuestro Dios nos ha dado es de nosotros.
- 25
- »¿Te crees más importante que Balac, el rey de los moabitas? Él nunca combatió contra los israelitas ni les hizo la guerra.
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- Trescientos años hemos vivido en Hesbón y en Aroer, en las aldeas que las rodean, y en las ciudades a orillas del río Arnón;
¿por qué en todo este tiempo no se apoderaron de estos territorios?
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- Yo no les he hecho ningún mal.
Son ustedes los que están actuando mal al atacarnos. ¡Pero el Dios de Israel será el que juzgue entre ustedes y nosotros!»
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- Pero el rey de los amonitas no hizo caso del mensaje que Jefté le envió.
Promesa de Jefté
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- Después de esto el espíritu de Dios actuó sobre Jefté, y lo hizo recorrer los territorios de Galaad y Manasés, y volver después a Mispá de Galaad.
De allí Jefté fue al territorio de los amonitas,
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- en donde le prometió a Dios: «Si me das la victoria sobre los amonitas,
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- yo te ofreceré como sacrificio a la primera persona de mi familia que salga a recibirme».
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- Jefté cruzó el río para atacar a los amonitas, y Dios le dio la victoria sobre ellos.
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- Mató a muchos enemigos y conquistó veinte ciudades, desde Aroer hasta la zona de Minit, llegando hasta Abel-queramim.
Así los israelitas dominaron a los amonitas.
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- Cuando Jefté regresó a su casa en Mispá, su única hija salió a recibirlo, bailando y tocando panderetas.
Aparte de ella Jefté no tenía otros hijos,
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- así que se llenó de tristeza al verla, y rompió sus ropas como señal de su desesperación.
Le dijo: —¡Ay, hija mía! ¡Qué tristeza me da verte! Y eres tú quien me causa este gran dolor, porque le hice una promesa a Dios y tengo que cumplírsela.
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- Ella le respondió:
—Padre, si le prometiste algo a Dios, cumple conmigo tu promesa, ya que él te ha dado la victoria sobre tus enemigos, los amonitas.
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- Pero una cosa te pido, padre mío: Déjame ir dos meses a las montañas, con mis amigas.
Tengo mucha tristeza por tener que morir sin haberme casado; necesito llorar.
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- Su padre le dio permiso de hacerlo, y ella se fue a las montañas con sus amigas.
Allí lloró y lamentó el haberse quedado soltera.
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- Pasados los dos meses, regresó a donde estaba su padre, quien cumplió con ella la promesa que había hecho.
Y ella murió sin haberse casado. De ahí comenzó la costumbre
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- de todos los años, de que las jóvenes israelitas dedican cuatro días a hacer lamentos por la hija de Jefté.
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